CLASES MAGISTRALES
es que, en el momento en que unos vecinos de Canale D’Agordo despedían a su querido Luciani, fueron retirados de la sala para que ingresaran los médicos y se colocaron biombos para que nadie pudiera contemplar la escena. En cuanto a quién podría haber planeado la desaparición de Luciani, Yallop sostiene que Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, y Michele Sindona, banquero miembro de la logia masónica P2 asociado al IOR, tenían no solo sobradas razones para querer eliminarlo, sino además la capacidad de matar; ya contaban en su haber con varios asesinatos y atentados. También refiere, como una pieza clave en el armado del siniestro rompecabezas, que Licio Gelli, el gran maestre de la P2, aconsejaba a los principales miembros de la logia que siempre llevaran consigo una dosis mortal de la droga digital. Como, según la hipótesis de Yallop, el crimen tenía que cometerse sin que pareciera tal, todo lo conducía a su sentencia: “Albino Luciani ha muerto asesinado”.
LA LOGIA P2 Y EL BANCO DEL VA
TICANO. Albino Luciani, a lo largo de su ministerio y en las distintas responsabilidades que le tocaron asumir, tuvo que lidiar con personajes siniestros, como algunos miembros de la logia P2, cuyo gran maestre era Licio Gelli. Gelli era un militante fascista italiano que trabajaba en secreto para los servicios de inteligencia soviéticos, además de poseer increíbles habilidades para vincularse con los sectores más encumbrados del poder internacional. Este empresario textil de la Toscana fue quien dio vida en 1971 a la logia Propaganda Due. De ello habla, entre otros, el abogado y periodista Carlos Manfroni, experto en corrupción consultado por la OEA, que así declaraba a la revista “Todo es Historia”, fundada por el historiador Félix Luna: “Una de sus misiones conocidas consistió en terminar con la confrontación Iglesia-masonería, algo que Gelli impulsó mediante la infiltración de los miembros de la P2 en el Vaticano, y muy especialmente en sus finanzas”. También Manfroni explica que, entre los hombres de confianza de Gelli, se encontraban Michele Sindona y Roberto Calvi. Ambos, junto a monseñor Marcinkus, director del Banco del Vaticano, estaban ya involucrados en operaciones financieras cuando Luciani era el obispo de Vittorio Veneto: “Como Marcinkus no conocía de finanzas, Michele Sindona fue revestido en calidad de apoderado, y a partir de entonces, el Banco del Vaticano comenzó a ser involucrado, mediante pequeñas participaciones accionarias, en las diferentes sociedades que Sindona fue armando. El golpe más duro fue la captación del Banco Ambrosiano [cuyo principal accionista era el Banco del Vaticano], una antigua institución al frente de la cual promovieron a Roberto Calvi [...]”.
Marcinkus no podía dudar de las intenciones de sus compañeros. La red se extendió por Europa, pero también hacia América Latina y el Caribe: Uruguay, con el Bafisud; Argentina, con el Banco Continental y dos ramas del Ambrosiano; Perú, Nicaragua, Venezuela, Bahamas... Mediante alguno de estos bancos, traficaron armamento de todo tipo a grupos del terrorismo islámico que, por vías clandestinas, introducían drogas en Italia. Aun cuando Albino habría tenido la intención de desligarse del Ambrosiano, lo breve de su papado se lo impidió. Mientras yacía muerto en la Sala Clementina, tanto Calvi como Gelli estaban en Buenos Aires. Años más tarde, en la madrugada del 18 de junio de 1982, Roberto Calvi fue encontrado ahorcado en un andamio del puente Blackfriars de Londres, el “puente de los frailes negros”. Paradójicamente, así se autodenominaban los miembros de la P2. Cuatro años más tarde, el 20 de marzo de 1986, el otro banquero, Michele Sindona, se suicidó o fue envenenado con cianuro en el café en la celda de Voghera, una cárcel italiana de máxima seguridad, mientras cumplía cadena perpetua por 65 cargos.
Nunzia Locatelli, PERIODISTA Y ESCRITORA; fue condecorada como Cavaliere dell'Ordine della Stella d'Italia. Cintia Suárez, PERIODISTA, coautora de “Mama Antula, la mujer más rebelde de su tiempo”. Autoras de “¿Qué han hecho? Juan Pablo I. Conspiración en el Vaticano y milagro en la Argentina” (Catarsis), del cual este texto es un fragmento.
Albino Luciani tuvo que lidiar con miembros de la logia P2, cuyo gran maestre era Licio Gelli.