GRONDONISTA DEL SIGLO XXI
Si Julio Grondona llegó a admitir que debía agradecer a la fortuna de haber ascendido como dirigente gracias a Bochini en Independiente y a Maradona en la Selección, y afirmó en más de una oportunidad que de la Silla de Viamonte sólo lo sacarían “con los pies para adelante”, la situación de Claudio “Chiqui” Tapia, luego del Mundial de Qatar, no parece diferente.
Lo de Tapia, aunque más desprolijo, desarticulado y de más bajo perfil que “Don Julio”, se va pareciendo cada vez más al armado inicial de su ilustre predecesor
Tapia, a diferencia de Grondona, prefiere no hablar con los medios. Le bastó con acercarse a algunos jugadores clave en la Copa América Extra de los Estados Unidos en 2016, cuando la AFA navegaba en la incertidumbre, a punto de ser intervenida. A su manera, sigue haciendo grondonismo. No importarán ni los más que desprolijos torneos -cuyos derechos de transmisión casi nadie quiere comprar en el exterior porque no se entienden ni se creen-, ni el nivel de los arbitrajes, ni las tribunas vacías con horarios imposibles, ni hasta dónde llegarán las apuestas, ni que siga habiendo muertos por violencia cuando desde hace una década no pueden asistir los hinchas visitantes. O que el federalismo sea una utopía. A Tapia, firme en el poder ahora con la Copa del Mundo en las vitrinas, sólo le falta colocarse un anillo que diga “Todo Pasa”, acercarse un poco más a Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, y terminar siendo “el vicepresidente del mundo”, aunque todavía le quede mucha sopa por tomar.