CLASES MAGISTRALES
ende, competimos en condiciones desfavorables. México tiene 12 acuerdos comerciales y Chile 26. También permitiría integrarnos a cadenas globales o regionales de valor. Interesante leer lo que plantea en esta materia quien fuera el redactor del decreto de desregulación a principios de los años 90, Pablo Rojo, de quien no puede sospecharse que sea proteccionista: “Tenemos algunas contradicciones secundarias con el libre cambio irrestricto. La Argentina es un país demasiado grande y poblado para darse el lujo, como Chile y Perú, de entregarse a la dinámica ciega de la especialización económica. Ojalá pudiéramos. Pero, como Brasil, estamos condenados a defendernos y maniobrar para elegir el momento adecuado para abrir ciertas industrias, cuyos mercados están en plena expansión en nuestro país y quedarían confrontadas a la competencia de industrias maduras de países centrales. El caso emblemático, pero no único, es el automotriz”.
UN CAMINO AL DESARROLLO. Es obvio para todos, excepto para el gobierno actual, que debemos recuperar más mercado, eliminando las trabas, controles y restricciones que vienen ahogando la actividad empresarial y enredando burocráticamente el sistema económico. Pero ¿qué rol le asignaremos al Estado en esa Argentina con más mercado? Hay quienes pueden creer, aún hoy, que el libre juego de las fuerzas del mercado, sin una importante intervención del Estado, nos va a conducir al desarrollo. O que con “intervenciones soft” del Estado alcanza.
El Estado tiene una responsabilidad fundamental en el desarrollo económico por lo que hay que reconstruir la capacidad estatal para intervenir inteligentemente sobre el perfil productivo con políticas públicas. Pero no se debe confundir la centralidad del papel del Estado, como lo estamos planteando aquí, del vulgar estatismo del que hicieron abuso los gobiernos kirchneristas. Quien hace exactamente treinta años señaló con precisión que el camino para el desarrollo de nuestro país lo constituía el “Estado liberal desarrollista” fue alguien imposible de ser sospechado de estatista o intervencionista, el doctor
Mariano Grondona. Desde una tradición liberal, Grondona hizo este planteo en medio del triunfo de la idea del fin de la historia de Fukuyama, luego de la caída del Muro de Berlín. Derrotado el “Estado antiliberal, donde la burocracia sustituyó a la burguesía mediante el estatismo o la subordinó mediante la intervención”, que había caracterizado a la Unión Soviética, en el primer caso, y a muchos países de América Latina, en el segundo, Grondona desechaba para el caso argentino los otros modelos de capitalismo, el “Estado liberal clásico”, típico de Estados Unidos, y el “Estado social-liberal”, típico de Europa.
El lúcido George Soros, por su parte, descalificaba el camino comunista, “que impuso el control colectivo sobre las actividades económicas”, pero también el que señalaba el fundamentalismo de mercado, “que pretende abolir la toma de decisiones colectivas e imponer la supremacía de los valores del mercado sobre todos los valores políticos y sociales”. Concluía que “necesitamos un equilibrio correcto entre la política y los mercados, entre la elaboración de las reglas y el acatamiento de las mismas”. El Estado liberal-desarrollista no es neutral, como en el caso del Estado-liberal clásico, sino “se propone impulsar una economía capitalista altamente productiva que sea capaz incluso de dar cabida a la tradición social europea que no nos es ajena”. La idea es que señales de mercado e iniciativas de política pueden coordinarse y complementarse de forma inteligente. El accionar gubernamental puede orientar estratégicamente el proceso de inversión que llevan adelante los privados, responsables de aportar el dinamismo empresarial y la innovación.
Hay que reconstruir la capacidad estatal de La in ter in moralidad venir sobre de ellos gobernantes perfil productivo difunde con un políticas ejemplo públicas. que luego reprimen con 80 car.
* ECONOMISTA. Ha ejercido diversos cargos en la función pública en el área de economía y, en la actualidad, colabora en diversos medios de comunicación además de ser director de la consultora Sistémica. Acaba de publicar el libro “Mas allá del liberalismo y el populismo. Una síntesis desarrollista para la Argentina” (Sudamericana) del cual, el texto que reproducimos es un fragmento.