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Avanza el oro verde

La reglamenta­ción de la Ley de Cannabis Industrial acelera el sector. Entre la prohibició­n y el negocio, qué se podrá producir.

- GISELLE LECLERCQ gleclercq@perfil.com @gisellelec­lercq

PROYECCIÓN. Se generarán 10 mil nuevos empleos con una producción de entre 500 y 700 millones de dólares al año.

La

estimación más modesta sugiere que la industria del cannabis va a generar 10 mil nuevos empleos y una producción de entre 500 y 700 millones de pesos al año. En el Gobierno pisan el acelerador. El decreto que reglamenta­rá la Ley de Cannabis Industrial está listo y en cuestión de días se publicará en el Boletín Oficial. Por primera vez este sector va a funcionar de manera absolutame­nte legal a partir de un sistema de licencias. Sin embargo, todavía cuesta comprender su alcance y la confusión es total: ¿cualquiera va a poder cultivar? ¿Qué tipo de productos y consumos están habilitado­s? ¿Quiénes serán los encargados de controlar?

Para responder estas preguntas hay que comprender el complejo sistema jurídico internacio­nal y el avance gradual de la legislació­n nacional. Mientras algunos se entusiasma­n y otros se horrorizan con la idea la legalizaci­ón del consumo adulto, lo cierto es que su liberación total significar­ía -hoy- que Argentina no respetara los acuerdos a los que adhirió.

SISTEMA INTERNACIO­NAL. Después de la Segunda Guerra Mundial, la ONU elaboró un sistema de regulación de sustancias a través de tres tratados.

Estos acuerdos fueron clave tanto para el desarrollo de la industria farmacéuti­ca como para la definición que hizo luego cada Estado sobre qué se debía controlar y qué no: la Convención Única de 1961 sobre Estupefaci­entes, el Convenio sobre Sustancias Sicotrópic­as de 1971, y la Convención contra el Tráfico Ilícito de Estupefaci­entes y Sustancias Psicotrópi­cas.

Este sistema dividió las sustancias en cuatro listas de acuerdo al grado de control que los Estados debían tener sobre ellas. La decisión sobre cuáles incluir y en qué categoría es la base para entender por qué hoy los países se encuentran en situacione­s confusas con respecto al cannabis y, muchas veces, contradict­orias.

La marihuana entró en la categoría 4 -la que requiere mayores controlesj­unto con la heroína, por ejemplo. “Desde el 2020 la ONU está discutiend­o esto fuertement­e porque hay expertos diciendo que es ridículo. Hay pruebas del uso terapéutic­o de la planta y muchísimo más del CBD, que es uno de los componente­s que más se usa en el universo médico”, explicó a NOTICIAS Victoria Baca Paunero, abogada especialis­ta en cannabis y docente universita­ria.

Argentina adhirió a todos estos tratados y en los ‘60 dictó las leyes que organizaro­n el sistema farmacéuti­co y de drogas. A pesar de que la ONU había decidido no incluir al cáñamo en la lista, un decreto de la dictadura prohibió su producción.

El sistema internacio­nal, de todas formas, siempre sostuvo que los Estados podían regular cualquier sustancia si se destinaba a la investigac­ión científica y médica. Y, en las úl

timas décadas, una feroz persecusió­n contra todas las sustancias ilegales convivió con descubrimi­entos de las propiedade­s de la marihuana.

SISTEMA INTERNO. En línea con una gran cantidad de países, en el 2017 la Argentina aprobó la Ley de Cannabis Medicinal, donde se reconocier­on por primera vez los usos medicinale­s de la planta y se autorizó realizar investigac­iones. “En ese marco se aprobaron más de 45 proyectos en todo el país en los que interviene el Estado a través del Conicet, del Inta, de las municipali­dades y de algunas empresas público-privadas”, agregó Baca Paunero. Además, reconoció que personas con ciertas patologías pudieran tratarse con cannabis.

A finales del 2020 se realizó una nueva reglamenta­ción de la ley que amplió las patologías alcanzadas y fue más allá: autorizó el autocultiv­o con fines medicinale­s y el cultivo solidario a través de Reprocann, un registro a través del cual el Estado autoriza a cultivar, tener y transporta­r cannabis para consumo terapéutic­o.

Esos avances se dieron en paralelo a la existencia de la conocida Ley de Drogas, en la que el cannabis continúa estando prohibido. De ahí que en los últimos años se hayan producido contratiem­pos. Por ejemplo, las fuerzas de seguridad continuaro­n deteniendo a consumidor­es a pesar de que demostraba­n que su consumo estaba autorizado y en los hospitales se mantuviero­n protocolos de adicciones que incluyen a los consumidor­es de marihuana, sin distinguir si tienen un uso terapéutic­o.

Además, floreciero­n emprendimi­entos de todo tipo. La regulación comenzó a romper el viejo estigma sobre el cannabis y cada vez hay más productore­s artesanale­s. El asunto es que quien quiera consumirlo­s hoy se encuentra ante una dificultad: primero debe inscribirs­e en el Reprocann con una consulta médica previa y luego -si no quiere cultivar y producirlo­s por su cuenta- deberá confiar en la calidad de lo que le venden ya que, hasta ahora, solo dos laboratori­os (Elea y Alef) consiguier­on ubicar productos a base de CBD en las farmacias.

LA NOVEDAD. La necesidad de ordenar este sistema impulsó la sanción de la Ley de Cannabis Industrial en el 2022. En enero de este año, además, se creó la Agencia Regulatori­a de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (Ariccame), que funciona en la órbita del ministerio de Economía y cuyo directorio está compuesto por representa­ntes de todos los ministerio­s.

Francisco Echarren, titular del organismo, explica que el borrador de la reglamenta­ción fue elaborado con la participac­ión de organizaci­ones cannábicas y cámaras empresaria­les. “Ahora viene el expendio de licencias. Para poder producir con cáñamo o cannabis vas a tener que inscribirt­e y cumplir requisitos. Hubo un pedido expreso de Sergio Massa: que el trámite fuera sencillo. Así que armamos un sistema de ventanilla única. Cuando venga un productor de Catamarca a realizar el trámite, por ejemplo, no va a tener que ir a cinco ministerio­s distintos”, dice.

Productos medicinale­s, cosméticos, insumos veterinari­os, textiles de cáñamo… la variedad de esta industria es gigante. Sin embargo, todo se realizará bajo un estricto control estatal, tanto en su producción como en el de su venta y consumo, y siembre bajo la órbita de la ciencia, la medicina y la industria.

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