Economía política
La dinámica del año electoral l va tiñendo, lenta pero inexorablemente, otros aspectos de la vida pública. Tampoco pudo escapar a ese avance un ámbito como el Foro Llao Llao pensado como un espacio para el encuentro de empresarios y emprendedores que quieren escapar del etiquetado de “expertos en mercados regulados” como del de funcionarios privados bajo las órdenes directas de los verdaderos dueños del capital.
Es que los anfitriones, en muchos casos representantes de una nueva camada de jóvenes herederos de negocios asentados o empresarios de la primera generación, se preocupan por el entorno socio político dentro del cual desarrollan sus actividades y prefieren ocuparse invitando a los responsables de las políticas económicas del próximo gobierno a que expongan sus ideas. Casi como un examen de concurso a un cargo pero que en este caso oficia de caja de resonancia de muchas propuestas lanzadas como eslogan de campaña, pero con poco anclaje real.
Sin embargo, eso ya es suficiente para que, en un contexto de inflación acelerada, dólar ascendente e innumerables conflictos sociales, un coro de voces oficiales haya encontrado el chivo expiatorio para responsabilizarlo de un clima desestabilizador. Mientras tanto, el Presidente tampoco concurrió virtualmente al cierre de la actividad, quizás por los cuestionamientos que surgían de parte del oficialismo o simplemente porque era un ámbito en el cual el continuismo no es visto con buenos ojos. Pero también expresa el tipo de empresarios con el que los gobiernos se sienten más cómodos; los que evitan cuestionamientos esenciales. Hasta que el vértigo del pulso económico vaya licuando y alterando estas posiciones.