Fuego a discreción
En la Argentina no hay información fehaciente sobre la cantidad de armas ni sus características. Licencias vencidas y mercado ilegal.
El ejercicio es sencillo: escribir en el buscador de noticias “armas de fuego” y mirar los resultados solo de las últimas 24 horas. En tan solo un día, dos mujeres -una de Río Negro y otra de Mar del Plata- tuvieron que llamar a la policía porque sus ex parejas las amedrentaban, y cuando los hombres fueron detenidos les secuestraron tres revólveres a cada uno. En Corrientes, en un control vehícular en la ruta, los efectivos detuvieron a un joven que trasladaba armas largas sin registro. En San Justo, las fuerzas acudieron al domicilio de un vecino que había sido denunciado por amenazas y se encontraron con un arsenal: una carabina, dos escopetas y una pistola de aire comprimido. La lista es de no acabar.
En la Argentina, la circulación ilegal de armas de fuego es uno de los grandes problemas no atendidos. Y, a pesar de que es un tema crucial para pensar en políticas de seguridad, la información pública al respecto es prácticamente nula. Desde hace más de diez años no se realizan estadísticas que intenten estimar fehacientemente cuántas armas hay en el país.
Por momentos el asunto cobra relevancia a partir de un hecho de inseguridad. Sucedió, por ejemplo, con el asesinato del chofer Daniel Barrientos, que fue ejecutado cuando circulaba con su unidad de la línea 620 por La Matanza con una Beretta calibre 40, la típica pistola que usan las fuerzas de seguridad. La pregunta es obvia: cómo la consiguieron los delincuentes.
En otras ocasiones el tema se mediatiza por sus implicancias sociales, como acaba de pasar con el niño de 11 años de La Plata que llevó un arma a la escuela. Y, otras veces, el debate aparece de la mano de declaraciones de dirigentes como las del diputado radical santafesino Maximiliano Pullaro, quien aseguró que llevará un arma de fuego durante su campaña electoral.
En los niveles más altos de la política, además, Patricia Bullrich es una de las que vuelven una y otra vez sobre la necesidad de flexibilizar la portación.
Para Adrián Marcenac, referente de la Red Argentina para el Desarme, el asunto es complejo y tiene diferentes niveles de análisis: la falta de información oficial sobre la cantidad de armas registradas, el circuito de venta ilegal interno y la entrada clandestina de arsenal de guerra por las fronteras, la falta de protocolos en las fuerzas de seguridad y en la
Justicia para darles destino a las armas secuestradas en los allanamientos, y la falta de control de las municiones.
“Lo que sabemos es que en el país, si te movés en cierto ambiente, comprar un arma es muy sencillo y lo hace cualquiera con precios que pueden comenzar en los 25 mil pesos Desde 1980 tenemos entre siete y ocho homicidios por día perpetuados con armas de fuego. De ese número, solo uno es un suicidio y entre uno y dos son asesinatos cometidos en ocasión de delito. El resto, alrededor del 65 por ciento, se desencadena en medio de discusiones banales que, con la presencia de un revólver por ejemplo, se convierten en tragedia”, aseguró.
NÚMEROS DUDOSOS. Para comprender el mapa de circulación de las armas primero se debe diferenciar entre usuarios registrados y autorizados por el Estado para portar una y usuarios ilegales. La Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) es el organismo encargado de otorgar y controlar licencias. El mercado clandestino es responsabilidad de las fuerzas de seguridad y del Poder Judicial.
Según la ANMAC, en la actualidad en la Argentina hay 1.063.475 usuarios autorizados a tener, llevar y manejar un arma. Sin embargo, el 75 por ciento de ellos tiene la licencia vencida.
“El Estado no les reclama que regularicen su situación ni que entreguen el arma. Yo siempre digo, por eso, que los nùmeros de la ANMAC son verdades a medias. Calculamos que con licencias vigente no debe haber más de 280 mil armas”, agregó Mercenac.
Desde el mencionado organismo,
dirigido por Natasa Loizou, no respondieron la consulta de NOTICIAS. De hecho, es imposible rastrear alguna declaración pública de la funcionaria sobre el tema. La ex directora del área, Natalia Gambaro, tampoco quiso contestar preguntas.
Para Marcenac, hay una continuidad entre el kirchnerismo y el macrismo en la opacidad para abordar el asunto en los últimos años: “En el pasado siempre había alguna información, no muy precisa, pero siempre algo había. Eso cambió en el primer gobierno de Cristina Fernández. Desaparecieron todas las estadísticas y también una pregunta muy importante que se hacía en la Encuesta Permanente de Hogares. Se consultaba a la gente si tenían un arma en la casa o no. Era muy simple y, como las respuestas eran anónimas, se contestaban. Eso te daba un porcentaje. En la última que se había incluido te daba que alrededor del 10 por ciento de los hogares argentinos había un arma”, agregó el especialista.
Mercenac pone especial énfasis en la importancia de generar información y datos sobre las portacio
Red para el Desarme
Si te movés en cierto ambiente, comprar un arma es muy sencillo y lo hace cualquiera con precios desde los $25.000”.
nes legales. Se involucró en el tema cuando, en el 2006, su hijo Alfredo fue ejecutado por el “tirador serial de Belgrano”. Cuando fue detenido, todas las pericias indicaron que el asesino no estaba en condiciones de tener un arma y, sin embargo, era un usuario legal.
CIRCUITO ILEGAL. Las organizaciones y los especialistas que trabajan en el tema estiman que en Argentina circulan entre 3 y 4 millones de armas, incluyendo las no declaradas. En el circuito clandestino la situación es más compleja y todos insisten en la necesidad de poner la mirada sobre las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial.
En algunas zonas calientes de Rosario y el Gran Buenos Aires suele aparecer la noticia del secuestro de armas de guerra en operativos contra megabandas. De acuerdo a los estudios de la Red Nacional para el Desarme, ese arsenal suele ingresar al país de forma clandestina por la
frontera y, a pesar que parece ser cada vez más frecuente escuchar sobre la existencia de elementos más sofisticados, la gran diferencia todavía la hacen las armas pequeñas.
“¿De dónde salen las armas ilegales. Algunas se secuestran de casas de familia. Pero la gran mayoría proviene del mismo Estado. Es común que sean robadas, por ejemplo, de los depósitos judiciales. Uno podría pensar que un depósito judicial es un lugar resguardado, pero puede ser el baño del fondo de la fiscalía o un armario que no se usa. Ahí mismo se roba y se venden en el circuito clandestino. Otra fuente de armas ilegales son los arsenales de las fuerzas de seguridad. De vez en cuando leemos que se robaron armas de una comisaría y después no supiste más qué pasó con ese caso”, agregó Mercenac.
La falta de registros sobre qué se secuestró, cuándo y dónde se guardó resulta más que oportuna: ¿de qué
forma se va a denunciar la desaparición o el robo de algo que el Estado no sabe ni que existe? Más aún: la mayoría de las fuerzas de seguridad tienen protocolos muy laxos sobre cómo proceder cuando un policía, por ejemplo, denuncia que le robaron el arma.
RECLAMO. En tiempos en los que parecen crecer discursos a favor de flexibilizar la portación, organizaciones como la Red trabajan para desalentarlos. “Pullaro fue ministro de Seguridad y debería saber más que nadie que la seguridad no se resuelve de forma individual. Armándose no va a lograr nada", dice en referencia
EN LA ENCUESTA PERMANENTE DE HOGARES DESDE HACE AÑOS YA NO SE PREGUNTA EN QUÉ HOGARES HAY UN ARMA.
al diputado santafesino. Y agrega: "Es una vergüenza que funcionarios nacionales y provinciales promuevan que los ciudadanos se armen porque justamente es responsabilidad de ellos brindar seguridad. ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si mi hijo y sus amigos hubieran estado armado? Él hubiera muerto igual porque le dispararon por la espalda y lo más probable es que se hubiera producido una balacera con más tragedia. Los ánimos están caldeados y en esta sociedad que primero reacciona y después piensa, lo único que vamos a tener son más muertes”, aseguró Mercenac.