CONSENSO O NADA
La pose de Sergio Tomás Massa de hacerse el distraído con las elecciones parecería estar por concluir. En sólo 24 horas, entre el martes 9 y el miércoles 10, habló dos veces de las elecciones. En ambas ocasiones, una en un evento con la Cámara de Comercio y otra en un acto oficial, habló del peligro de una interna abierta, y llamó a que no suceda.
En el massismo se entusiasman cada vez más con la posibilidad de que el tigrense sea candidato. Además de que sostienen de que es el mejor para ese desafío, aseguran que la más que precaria economía no aguantaría que sea cualquier otro. “Si el 25 de junio la tapa de los diarios no muestran que Sergio es el candidato del Gobierno vuela la Economía, no hay otro camino”, sostienen.
Le falta, sin embargo, un detalle crucial: el apoyo de Cristina Kirchner. Sin ella -y sus votos- las posibilidades son ínfimas. más radicalizada del kirchnerismo, ya avisó que, si es el tigrense se convierte en el candidato por unanimidad, él se baja del barco. ¿Cuántos puntos podría llevarse el líder de los movimientos sociales? Seguramente pocos, pero en una elección tan reñida y con un pronóstico electoral tan malo para el Frente de Todos, cada adeshión que se vaya será dólorosa.
Ese es, sin embargo, el menor de los problemas. Hay otro que se evidencia cuando se pasa esta encrucijada de la teoría a la práctica. Es algo que aún ningún dirigente peronista se animó a decir ante una cámara, pero que con el grabador apagado se repite y mucho. Es sobre la última experiencia de PASO que tuvo el peronismo, en el 2015, entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez en la provincia de Buenos Aires. “Se mataron entre ellos ahí, hubo patadas bajas, aprietes, todo. Aníbal después se pasó cuatro
años diciendo que había sido Julián el que había inventado lo de 'La Morsa'. Y en ésa época el espacio estaba mucho más ordenado, Cristina tenía una conducción muy clara y el país mejor, ahora no está todo eso”, dice un histórico operador del oficialismo. ¿Hasta dónde podría llegar la balacera en este contexto, dentro de un gobierno que tuvo encarnizadas peleas en los últimos años?
A esta pregunta hay que sumarle otro dato. El rival de Massa que aparece en el horizonte, además de Grabois -que tildó al ministro de “cagador y vendepatria”-, es Daniel Scioli. El actual embajador en Brasil cuenta con el apoyo del Presidente, tiene a Victoria Tolosa Paz de posible acompañante, y ya avisó que de ninguna manera se va a bajar de la interna. El ex gobernador bonaerense tiene una larga y profunda enemistad con el tigrense.
¿Podrán convivir en paz los dos viejos rivales? ¿Hasta dónde podría escalar ese conflicto? ¿Qué tipo de debate se generará entre ellos? Y hay otro temor que preocupa, sobre todo en los pasillos del ministerio de Economía. ¿Qué repercusión en la vida real, y en la más que precaria actualidad económica, podría tener una interna despiadada y a cielo abierto?
Hay, también, inconvenientes de otro tipo. Habilitar la interna y no presentar un candidato único tendría el efecto inmediato de confirmar la premisa con la que arrancaba esta nota. Si los votos de todo el Frente de Todos, que según el grueso de las encuestas están apenas arriba del 25% -con CFK fuera de la cancha-, se dividen en dos o más candidatos, será sí o sí Milei, que no tendrá un rival interno, el primero en el día de las PASO.
Y acá es donde se abren otra serie de interrogantes. ¿Podría Milei capitalizar el famoso “voto útil”? Es decir, que los que votaron a otras fuerzas sin estar demasiado convencidos se pasen hacia el libertario por las expectativas reales que tiene él de ganar.
Sin embargo, el tema que más preocupa al oficialismo es otro. “No es algo que estemos analizando seriamente, pero si llega a pasar lo de salir terceros van a ser meses larguísimos hasta diciembre”, cuentan desde la Casa Rosada. Es que el escenario que se abriría si se llega a dar este resultado es hasta difícil de imaginar: el Frente de Todos contaría con un Presidente que ni siquiera compitió en las elecciones y con una performance electoral que lo deja afuera de toda carrera. La fragilidad sería extrema.
LAPICERA. Por esto es que los ojos vuelven a posarse sobre Cristina Kirchner. A pesar de que ya dijo en tres ocasiones que no iba a ser candidata, el reloj electoral que corre aprieta cada vez más los nervios. Con el cierre de listas del 24 de junio a la vuelta, y sin otro candidato convincente en el horizonte, la presión sobre la vicepresidenta vuelve a recrudecer. El diputado Eduardo Valdés, hombre de diálogo con ella, salió a pedir que se postule en las redes. “Cristina Presidenta, rulos, rulos, rulos”, subió, jugando con la última declaración de CFK donde ella pedía “no hacerse los rulos” sobre el tema.
Aunque lo de Valdés fue a título personal, el clamor sigue en aumento. Máximo Kirchner, de hecho, está haciendo correr con fuerza la idea de que su madre no va a cambiar de opinión.
LAS PASO TIENEN UN PROBLEMA. ¿HASTA DÓNDE LLEGARÍA LA PELEA EN UN GOBIERNO QUE YA TUVO DURAS INTERNAS?
De cualquier manera, debajo del operativo clamor subyace una realidad. Es lo que escribió el consultor Jaime Durán Barba en la última edición de NOTICIAS: “Nunca en toda mi vida profesional encontré a un político importante que renuncie a la candidatura presidencial si cree que tiene alguna posibilidad de ganar”.
Es díficil de imaginar, entonces, que CFK vaya a cambiar su decisión para ir a presentarse a una derrota casi segura. A pesar de eso, todos los actores del oficialismo tienen en claro que sólo una decisión de ella podría terminar de definir el rumbo a seguir. Es algo que cerca de Alberto lo saben bien. Dicen que el mandatario en estos días, ya sin la presión de la candidatura encima, tiene algunos ataques ocasionales de sarcasmo y se pregunta “¿dónde están los que dijeron que no podían lanzarse a competir porque estaba yo?”. Es una referencia apenas velada a Massa y a “Wado” de Pedro -el ministro del Interior que mantiene vivas sus intenciones de jugar-, dos que habían pedido que se apurara en declinar su intento reeleccionario.
Pero, más allá de los dardos, en el círculo íntimo del mandatario se incrementa la presión para que concrete un encuentro con CFK, para terminar de definir los pasos a seguir. Fernández, por ahora, lo demora. Los que lo conocen dicen tener la respuesta. “Todos sabemos que si va a un mano a mano con ella y Cristina se pone dura con lo de que no haya PASO, no le aguanta ni cinco minutos”, dicen, resignados, en su círculo. Para Fernández, quizás, esto es ya pura y exclusivamente una cuestión de orgullo personal: la primaria, que tanto defendió en público y en privado, es la última bandera que le queda por sostener, el único logro que tiene para mostrar en este año electoral. Sin eso, su autoridad política se reduce prácticamente a cero.
Es en este clima de desconcierto e incertidumbre que el Gobierno se acerca a las elecciones. Lo impensando poco tiempo atrás está ahora a la vuelta de la esquina, acechando como el fantasma de las navidades que vendrán. ¿Puede el peronismo unido salir tercero en una elección? “Si no se ordena el caos político, tranquilamente puede suceder”, asegura el consultor Juan Courel, que fue el estratega del Frente de Todos en la campaña del 2019 y en las PASO del 2021. Es un mal sueño para el oficialismo, que se puede convertir en una realidad. En poco tiempo se sabrá la verdad.