Trump recargado
En lugar de moderarse, el líder ultraconservador se radicaliza y promete poner fin a la guerra ruso-ucraniana en un día.
No tiene otra versión de sí mismo. Quienes esperaban que Donald Trump se muestre moderado para empezar a conquistar un electorado más amplio, habrán llegado a la conclusión de que el magnate neoyorquino sólo puede ser agresivo y extremo en sus gestos y posicionamientos. Que aceptara acudir al foro que se realizó en New Hampshire podía implicar un paso hacia la moderación, ya que lo organizaba y transmitía CNN, que en el relato trumpista es algo así como la hoguera de la “cacería de brujas” con que la izquierda lo persigue. Pero en lugar de dar pasos hacia la moderación, lo que hizo fue lanzar las patadas de siempre.
Agravió groseramente a la moderadora y, sobre los que integraban la turba que asaltó el Capitolio dejando cinco muertos, afirmó que “estaban allí con amor en el corazón” y que aquel oscuro 6 de enero del 2021 que dejó una mancha en la historia de Estados Unidos, “fue un día increíble y precioso”. Tantas fueron las afirmaciones desopilantes, que una de ellas pareció perderse en el montón, a pesar de ser particularmente reveladora.
Después de repetir por enésima vez que Biden lo venció con fraude, Trump aseguró que, de estar ahora en la presidencia, lograría poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en sólo 24 horas, añadiendo que es lo que hará cuando regrese a la Casa Blanca tras la próxima elección presidencial.
¿Hasta qué punto semejante afirmación es descabellada y en qué medida no lo es? ¿Se trata sólo de los delirios megalómanos de un ególatra grotesco, o contiene alguna lógica que se arrogue la capacidad de poner fin en un día al conflicto que lleva más de un año amenazando al mundo desde el corazón de Europa?
Si bien la egolatría es la arquitecta de todos los actos del extravagante líder ultraconservador, su afirmación respecto a que él puede acelerar el final de la guerra ruso-ucraniana, no es descabellada. Por cierto, lo de concluirla en 24 horas es imposible, pero no debe ser tomado al pie de la letra. Lo que importa es que, según el hombre al que idolatra el ultra-conservadurismo norteamericano, él tiene la fórmula para precipitar el final del conflicto. Y eso es cierto.
Salvo Vladimir Putin y Volodimir Zelenski, nadie está en mejores condiciones que Donald Trump para hacer que la guerra se encamine velozmente hacia el cese del fuego y el fin de todas las hostilidades.
¿Cómo lo haría? Interrumpiendo abruptamente el envío de armamentos y municiones a Ucrania. Si estuviera en el Despacho Oval, Trump podría también cortar de golpe la asistencia económica y el flujo de información de inteligencia militar estratégica hacia Kiev.
Sin las armas, las municiones, el respaldo económico y la información de inteligencia que le provee Estados Unidos, los ucranianos se debilitarían rápidamente y
su músculo militar alcanzaría niveles de fatiga que le impedirían seguir sosteniendo su enorme esfuerzo para contener a las fuerzas invasoras.
En lo que va de esta guerra, los ucranianos han hecho verdaderas proezas militares, como contener la ofensiva que se lanzó desde Bielorrusia sobre Kiev con el objetivo de ocupar la capital; liberar el oblast de Kharkiv expulsando al ejército invasor de la segunda ciudad más grande de Ucrania y también de gran parte del noreste, además de impedir el avance ruso hacia el Oeste atravesando el río Dnieper y convertir a Bajmut en una nueva y gloriosa Stalingrado.
La altísima motivación de los militares y combatientes voluntarios del país invadido han sorprendido a Rusia y al mundo entero, frustrando los planes del jefe del Kremlin. El heroísmo y la resiliencia de los guerreros ucranianos y del resto de la sociedad de ese país eslavo, es una fracción importante de la resistencia que aún sigue obstruyendo el plan expansionista de Putin. Pero sin la ayuda militar y económica de las potencias de Occidente, ese admirable heroísmo ya se habría derrumbado por agotamiento y por la asimetría con el poderío bélico del invasor. Si aún están deteniendo el avance del ejército ruso es, en gran medida, por el apoyo occidental. Y ese apoyo es mayormente norteamericano.
Si Trump volviera a la Casa Blanca hoy, mañana mismo empezaría a interrumpir la ayuda indispensable para sostener la resistencia del país invadido. Sin recibir la información satelital y la que llega a Kiev desde los puestos de observación que tiene la inteligencia militar de Estados Unidos apostada en distintos puntos de la región, el Reino Unido y el resto de Europa no tardarían demasiado en sentir la fatiga económica que le causa la producción y el envío de armas y municiones en las cantidades que Ucrania necesita.
Por lo tanto, no es descabellado sino cierto lo que dice Trump. Aunque exagera con lo de las 24 horas, él podría crear las condiciones que acelerarían el final de la guerra, mediante la capitulación de Ucrania.
El líder republicano que quiere volver a la presidencia está dispuesto a empujar a Zelenski a una mesa de negociación en la que tenga que aceptar condiciones que se parecerán demasiado a una victoria rusa. ¿Por qué? Por lo que viene diciendo desde que se zambulló en las primarias del Partido Republicano para obtener la candidatura presidencial: admira a Vladimir Putin, se identifica con sus valores ultraconservadores y lo considera el modelo de liderazgo para reemplazar la democracia liberal de los Estados Unidos.
Eso lo ha dicho públicamente desde que compitió por la postulación. Pero además de esa identificación ideológica, está el hecho de que el presidente de Rusia posee algún enigmático instrumento para tener a Trump bajo su control. Por eso los hackers del Kremlin atacaron la campaña de Hillary Clinton en la elección del 2016. La injerencia de Rusia saboteando aquel proceso electoral fue clave para que Trump llegara a la Casa Blanca.
Rusia volvió a interferir para favorecerlo en la elección que perdió con Biden. Su extraña y oscura relación con el líder ruso quedó expuesta en la cumbre de Helsinki, en julio del 2018. Barak Obama dijo que el entonces presidente norteamericano actuó como “un traidor” en aquel encuentro de la capital de Finlandia.
Según las investigaciones del ex agente británico del MI-6, Christopher Stelee, por razones que hasta incluyen cuestiones escabrosas, Putin tiene un poder sobre Trump. Y si el millonario recupera el Despacho Oval sin que el conflicto haya terminado, para favorecer al jefe del Kremlin él cortaría la asistencia sin la cual el aparato militar ucraniano no podría sostener su combatividad por mucho tiempo.El secreto de Trump para que concluya rápidamente la guerra, es empujar a Ucrania a la derrota.