¿DESPECHADA?
La misma semana en que el vuelo del avión presidencial fue noticia por sus arriesgadas maniobras, el mundo aeronáutico también se conmovió por la detención de la azafata de Aerolíneas Argentinas, Daniela Carbone, por una amenaza de bomba realizada en el Aeropuerto de Ezeiza el pasado 21 de mayo, en un vuelo con destino a Miami. La amenaza había llegado a otros trabajadores de la aerolínea mediante un mensaje de voz que había sido distorsionado, pero la investigación judicial determinó que se hizo desde el un celular prepago registrado a nombre de la hija mayor de edad de la azafata. A pesar de que todas las pericias indicaban que ella había realizado la amenaza, se obtuvo más información durante un allanamiento. Carbone fue imputada por coacción, intimidación pública y la interrupción de servicios públicos. La fiscalía a cargo de Sergio Mola considera probado que ella intentó borrar de forma remota el contenido de sus teléfonos, desde los cuales realizó la amenaza.
Según los investigadores, la amenaza no está relacionada con la política como ella mencionó en el llamado. Sino que en el avión en cuestión, había un auxiliar de cabina con quien Carbone había tenido una relación sentimental dos meses antes e iba junto a su nueva pareja y ella intentó evitarlo.
Según estimaciones de fuentes especializadas en aeronáutica, el delito de Carbone le habría costado a la aerolínea de bandera una pérdida superior al millón de dólares entre el operativo de evacuación de los pasajeros y la reprogramación de la partida del vuelo hacia Miami.