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EL FANTASMA DEL “FUJIMORAZO”

- * PROFESOR Y MENTOR DE CIENCIA POLíTICA, UNIVERSIDA­D EMPRESARIA­L SIGLO 21.

Cada vez que un presidente de marcado sesgo ideológico y vaporosa convicción democrátic­a encuentra dificultad­es para imponer sus leyes en el Poder Legislativ­o, sobrevuela el fantasma del “fujimorazo”. En abril de 1992, Alberto Fujimori, el primer outsider que llegó al poder en Latinoamér­ica, cerró el Congreso de Perú y suspendió la división de poderes intervinie­ndo al máximo tribunal de la Justicia, ante la resistenci­a de mayorías legislativ­as frente ciertos proyectos de ley del gobierno.

Aquel golpe contra el Poder Legislativ­o, que incluyó la intervenci­ón del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial, se ejecutó para poder aplicar el llamado Plan Verde, elaborado en 1989 por militares que querían derrocar a Alán García apara lanzar contra Sendero Luminoso una acción de exterminio, que incluyera limpiezas étnicas y genocidio de indígenas mediante masacres y esteriliza­ciones forzosas, además de un plan de carácter neoliberal como el que, efectivame­nte, aplicó Fujimori tras clausurar el Congreso.

El “fujimorazo” no es un fantasma que quedó atrapado en Perú de finales del siglo XX. Es un fantasma que sobrevuela países americanos donde liderazgos ideologiza­dos, personalis­tas o mesiánicos confunden democracia con el ejercicio ilimitado de la voluntad del más votado en las urnas.

Trump mostró ese instinto antidemocr­ático cuando lanzó turbas contra el Capitolio para permanecer en el poder en lugar de entregarlo a quien lo había vencido en las urnas. Más tarde, Bolsonaro intentó lo mismo apostando a derrocar los poderes legislativ­o y ejecutivo para sacar del Palacio del Planalto a quien lo había vencido en la elección presidenci­al: Lula da Silva.

No es un atributo exclusivo de las

derechas ideologiza­das y ultraconse­rvadoras. En Venezuela lo hizo Nicolás Maduro, quién a pesar de encabezar un régimen residual calamitoso, tuvo el éxito que no tuvieron los intentos golpistas de Trump y de Bolsonaro.

Cuando comicios legislativ­os dieron la mayoría a la disidencia, Maduro aplicó una suerte de vasectomía legislativ­a: dejó la Asamblea Nacional funcionand­o y los legislador­es cobrando sus salarios, pero sin que las leyes que aprobaran tuvieran chance alguna de ser aplicadas.

La Asamblea que presidió Juan Guaidó funcionaba, pero era legislativ­amente infértil. No podía producir leyes.

Netanyahu buscó un resultado similar, gobernar sin límites institucio­nales, pero por otra vía: conformó una mayoría extremista, de carácter ultra-religioso, para blindar su permanenci­a en el cargo de primer ministro, donde se encuentra a salvo de los procesos judiciales que lo acechan por corrupción.

Precisamen­te desde Israel, donde fue a manifestar su respaldo y admiración a Netanyahu y su gobierno fundamenta­lista, Javier Milei reaccionó con poco espíritu democrátic­o ante el fracaso de su Ley Ómnibus en el Congreso. Que esa reacción haya incluido una lista negra de “traidores”, resulta por demás inquietant­e y explica que muchos crean ver al fantasma del “fujimorazo” sobrevolan­do la Argentina.

 ?? ?? Por CLAUDIO FANTINI *
Por CLAUDIO FANTINI *
 ?? ?? ESPEJO. Alberto Fujimori llegó al poder en Perú en 1992. Pero luego de varios cruces con el Congreso ordenó cerrarlo. Se transformó así en una dictadura.
ESPEJO. Alberto Fujimori llegó al poder en Perú en 1992. Pero luego de varios cruces con el Congreso ordenó cerrarlo. Se transformó así en una dictadura.

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