Mucho sabor y poca pose
Condarco. Av. Dorrego 901, Chacarita. Lunes a sábado de 18 a 23:30. @condarco_. Precio promedio: $ 20.000.
Es el primer restaurante y bar de vinos de Pablo Fridman, ex productor de televisión y cocinero aficionado. No toman reservas. Es por orden de llegada y la gente espera, espera mucho, parada en la vereda. ¿Qué ofrece Condarco para tener tanto éxito? Platos y platitos ricos y vinos de etiquetas jóvenes, a un precio decente (ya nada es barato) y en un ambiente relajado. Es un poco la moda de los nuevos restaurantes de la zona, pero con un espíritu menos posado, más de bolichito porteño de esquina, que se agradece.
Fridman va personalmente al Mercado Central y crea los platos en base a los vegetales y frutas de estación que encuentra. Le gusta la pesca y tiene un proveedor que se la trae semanalmente de Mar del Plata.
Esa es la única
“línea” que sigue la carta, que es muy ecléctica y cambia bastante. Sí tiene algunos platos que nunca se van: la pesca curada en sal (parece un fiambre); las gírgolas a la plancha con gremolata, puré de zanahorias y garbanzos (vegano); la tortilla de papa babé, buenísima; y el sándwich de milanesa, de lomo, en baguette casera con cebollas encurtidas, lechuga, pepinillos y lactonesa. Una linda mezcla.
¿Pueden unas empanadas de carne fritas y un chipaguazú convivir en una carta con unas gyosas y unos ñoquis de arroz y langostinos con chiles picantitos? ¿Por qué no? El único hilo conductor que importa es el sabor. Los postres son quizás lo menos inspirado de Condarco, pero un flan mixto difícilmente falla.
Del 19 al 28 de abril, Condarco será parte de Tapeando, el evento organizado por la Embajada de España en Buenos Aires, que celebra el ritual de salir de tapas (la lista completa de participantes está en tapeando. com.ar). La idea es visitar distintos lugares, picar y tomar algo por módicos precios, y seguir de ronda. Condarco ofrecerá tartar de besugo sobre galleta marinera (que hoy está en carta, y es delicioso), socarrat con morcilla doradita y manzana, y una versión de la clásica Gilda, el pincho más famoso del País Vasco, de ají y pejerrey en vinagre y una aceituna o alcaparrón. Una copa de vino, y ¡a seguir!