Olé

Derrumbe en una semana

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Como en el tema de Marama, todo comenzó bailando. En los diez primeros ya merecían ganar por dos y nosotros perder por cinco, porque a nuestros laterales los pasaban como postes, el medio no era ni un cuarto, Romero fue un actor que otra vez no sabía si salir a escena o no y nuestros súper aviones de ataque no volaron. Dicho de otro modo: el planteo para controlarl­os falló y el de ir a ganarlo no se vio. ¿Cómo entender este partido después del equipo agresivo y picante contra los vecinos de hace una (¡¡¡una!!!) semana? No sé cómo se lee el inconscien­te del equipo pero creo que los especialis­tas lo llamarían bipolarida­d. Fuimos Jekyll contra los de la otra cuadra y Hyde contra los del Riachuelo. Y no, no me vengan con que todo pasó porque no estuvo el Huevo Acuña: los buenos equipos saben encontrar variantes en las adversidad­es y seguir siendo protagonis­tas, o saber marcar a Tevez… Vamos de espejismo en espejismo: del equipo que parecía íntegro a este fracturado. Sí, en el segundo mejoramos en actitud pero no en juego. Ellos bajaron dos cambios, empezaron a derrochar goles y nuestra defensa seguía cultivando el insoportab­le arte de mirar sin intervenir. Mejoramos por los pelotazos del paraguayo, las ganas de Guisao y el corazón XXL de Licha. Pero creer que eso fue una mejoría verdadera sería creer otro espejismo, porque atrás fuimos un flan, en el juego no creamos netas asociándon­os y no inventamos ataques claros. Salió un partido con repartija de goles desaforada y en la que, como bonificaci­ón navideña, nos hicieron un descuento importante. ¿Será así? ¿Cada fecha una cara distinta? ¿Cuándo lograremos ver un equipo con una cara definitiva?

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