Olé

Se descontrol­ó

Como generalmen­te ocurre en La Plata, hubo una masiva invasión. No pasó nada de milagro.

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Lamentable­mente, la invasión del público se convirtió en una costumbre en la mayoría de los autódromos de la Argentina, con el peligro latente que eso conlleva. Y en el Roberto Mouras de La Plata se potencia, porque va mucha gente (ayer hubo 50.000 personas, según la organizaci­ón) y porque el TC lo visita generalmen­te en instancias decisivas. Para muchos, se trata de “parte de la fiesta”, pero saltar al asfalto cuando recién se baja la bandera de cuadros para los autos de adelante, porque los de más atrás aún están en competenci­a, puede terminar en tragedia. Lo de ayer en La Plata fue, por momentos, un descontrol. Durante la carrera de TC Pista, la calle de boxes estaba invadida de público. Hasta se podía ver a chicos parados en un sector que es parte del circuito. Algunos, con sus heladerita­s listas para tomar algo en el tórrido mediodía. Insólito. El armado de la grilla para la final del Turismo Carretera fue otro desborde. Cientos de personas se metieron al asfalto y llenaron la recta principal. Había padres con sus pequeños hijos, sacándose selfies como recuerdo de la inconscien­cia. Y el final fue la gota que colmó el vaso. Ya un par de vueltas antes de la bandera de cuadros se podía ver a parte del público en las vías de escape. Y no bien se terminó, la gente copó el asfalto. Varios pilotos debieron ingresar a boxes a contramano (entrando por la salida) porque ya no podían circular más por el trazado. “Es un tema social”, comentó alguna vez un dirigente de la ACTC cuando se lo consultó sobre el tema. Pero la gente no aprende más. No es parte de la fiesta que una persona ponga en riesgo su vida. La Plata tiene varios antecedent­es de invasión de la gente. En el 2007, Christian Ledesma (ya era campeón) se tocó con el Gurí Martínez en el curvón y su Chevrolet quedó tirado en la vía de escape. Cuando el equipo fue a buscar el auto, lo habían desvalijad­o (faltaba la cámara, el volante, habían intentado arrancar los amortiguad­ores). Y en el 2012 se realizó una exhibición de un Fórmula 1 con Daniel Ricciardo como piloto, pero el australian­o se guardó en boxes y no salió más al ver a la gente al costado de la pista. Ayer otra vez se vivió la invasión. El público debe entender que es un peligro, más allá de las fallas en la prevención. Tal vez se deba enseñar desde alguna campaña, pero así no se puede seguir corriendo. Si no, habrá que seguir apelando al trillado latiguillo: Dios es argentino y fierrero.

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TONY BOSCO Un clásico en el Mouras: con la bandera de cuadros la gente ya está en la pista.

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