En un partido durísimo, con pierna fuerte y muy picante, Racing se puso el overol y dejó afuera a Corinthians. Ahora se viene Libertad...
Se tiran todos a trabar con la cabeza, la resurreción del legado Zuculini. Esto es Racing. Esto es la Copa. Así se juega. Con huevos. Con actitud. Con personalidad. ¿Que el fútbol no apareció? ¡Pero bueno, che, eso después lo hablamos! No jodamos, muchachos. El cuco Corinthians, el que arrasa en el Brasileirao, el que era el gran candidato, no pateó una vez al arco. La Acadé se plantó con decisión, se mimetizó con la importancia de la ocasión, vio que el frac, a veces, no sirve: mejor pelamos el mameluco y metemos. Por eso la noche de Avellaneda terminó en un abrazo eterno, en un grito de desahogo que tronó desde el Sur hasta la Capital. La remake del paso a paso versión Sudamericana. Porque la Copa se juega así. A todo a o nada. Y Racing lo tuvo muy claro.
De antemano se sabía que iba a ser una llave complicadísima. Más allá del 1.1 en Brasil que le daba al equipo de Cocca un plus si igualaba 0-0, es complicado jugar con esa tentación de especular cuando en- frente hay un rival que sabe con la pelota, que en sus pagos es líder con una diferencia de 10 puntos con el segundo. Por eso los primeros minutos fueron un suplicio, no porque el Timao metiera peligro sino porque la movió de acá para allá con comodidad. Ahí fue cuando apareció el chip de un tipo con sangre celeste y blanca como Licha López, que agarró una bocha, atacó y pasó. Comenzó a ordenar al equipo, a gritar, a encarar,
a salir con un caño para calmar la ansiedad del resto. Desde ahí, inició la renconstrucción. Vittor se animó otra vez con un tiro libre que le sacó Cássio, el mismo Licha le metió una asistencia top a Triverio, que le puso el cuerpo a Castro y lo tumbó como manda el manual de un buen nueve de área: el defensor tuvo un segundo para taparle el remate. No fueron muchas situaciones, sin dudas, porque este Racing todavía no le encontró la vuelta a eso de generar fútbol limpio, de armar paredes y de quedar mano a mano con el arquero rival. Es una tarea pendiente. Y Cocca lo sabe muy bien. Pero hay partidos que se juegan tácticamente, con detalles, con mañas, y son los de la Copa. El que pierde la cabeza, queda eliminado. Y Racing mantuvo el aplomo siempre. Corinthians se desdibujó cuando más necesitaba ser ese equipo de elite del que todos hablan en Brasil. Se consumió ante el gran laburo defensivo del local. Porque ese fondo que siempre tiene a los hinchas con una molestia en la gargante, ayer fue sinónimo de calma: ni el Chino Vittor, ni Barbieri ni Grimi se complicaron. Entendieron que había que cortar firme, con polenta y sacarla rápido. Arévalo Ríos se acomodó mejor en el segundo tiempo y fue ese dinamitador del mediocampo que lo hizo famoso en Uruguay y en México. El Pulpo se soltó, recuperó la claridad y tocó corto.
FALTA MÁS JUEGO, PERO A LA ACADÉ LE SOBRÓ OFICIO Y ACTITUD.
EN PARAGUAY LO ESPERA OTRO CRUCE ÁSPERO. DEBE MEJORAR.
Y con oficio, Racing pasó una llave durísimo. Con overol y huevos.