De un año a otro, el promedio de gol de Boca cayó casi a la mitad, por la falta de Benedetto y la ineficacia...

meses atrás. Claro, mucho tuvo que ver la baja del delantero. Sí, ni el DT pudo reemplazarlo por otro jugador, ni el equipo desde el andamiaje colectivo. Una situación que desencadenó en que hoy por hoy el que más gritos acumula en el año es Tevez, con sólo tres goles. Un número impensado tiempo atrás.

Ojo, no todas son pálidas. Pese a que la lesión de Gago podría haber significado también un duro golpe en la faceta creativa, Boca continúo elaborando situaciones de gol. Ya sea de la mano de Cardona, Pablo Pérez, Tevez o de Pavón, durante el 2018 no faltaron las chances para convertir. Tampoco remates. Ojo, lo que sí falto fue eficacia: durante el año, en diez partidos, Boca pateó 91 veces y 42 de ellas fueron al arco. Es decir, aunque parezca sorprendente, la efectividad es del 13%. Muy bajo, al tratarse de un equipo que plantea los partidos desde el golpe por golpe. Lógico, si no aparece el gol, se perjudica el funcionamiento. Y si se perjudica el funcionamiento, los resultados lentamente dejan de aparecer. Para darse cuenta de ello, en un claro ejemplo, durante el segundo semestre del 2017 Boca sólo acumuló dos partidos sin marcar un gol (Rosario Central en Copa Argentina y también en torneo local). Ahora, en poco menos de cuatro meses, ya tiene tres partidos sin gritar.

Ahora, sin el Pipa, el objetivo será poder volverse a encontrar con la eficacia. Tras probar con Vadalá, Bou y Carlitos, ahora la chance pareciera ser de Wanchope Ábila. Con muchas chances creadas y poca efectividad (contra Atlético Tucumán, Boca generó diez claras y metió apenas una al final), la premisa será recuperar ese olfato que caracterizó al equipo. Y que, pese al flojo arranque goleador de año, lo mantiene en la punta y lo muestra como el más goleador del campeonato...

Es la mala Pipa.