Olé

“LO VEO BIEN AL PIPI COMO MANAGER”

Romeo se juntó con Romagnoli antes de que asuma en su nueva función y le dio su voto de confianza: “Lo noté muy metido y con muchas ganas”.

- POR DIEGO PAULICH dpaulich@ole.com

Describe el abrazo que se dieron en ese bar de Caballito donde se juntaron en la tarde del jueves como si se tratara de uno de esos festejos de gol del 2001, quizá recordando los días de concentrac­ión o esa semana en Europa donde fueron casi un matrimonio mientras esperaban la negociació­n con un club alemán que finalmente quedó trunca. Tras cinco años, Bernardo Romeo dejó el puesto de manager a fines del año pasado; hoy, su amigo Leandro Romagnoli anunció su retiro y ocupará ese lugar. Por eso, café mediante, se juntaron para charlar. “Lo felicité apenas lo vi porque sé que no es fácil tomar una decisión así y también por esta nueva función que va a ocupar”, le cuenta Berni a Olé, desde su casa en City Bell pero siempre cerca de Boedo.

-¿Te tomó por sorpresa su retiro?

-No, por sorpresa no porque ya desde que yo estaba como manager era algo que veníamos charlando. Hay que ponerse en el lugar de él, yo pasé por eso y no es sencillo. Están los parientes y amigos que te dicen “no largués, seguí un poquito más”, pero él entendió que era el momento y me parece que está bien.

-¿Le diste algún consejo para asimilarlo?

-Consejo no porque lo conozco bien y sé que es un tipo inteligent­e y la vio venir. Se dio cuenta que era el momento justo, que seguir podía poner en un compromiso al técnico. Pero igual es todo un tema hacerte cargo y tomar la decisión, yo cuando jugamos la Promoción fui desde el predio de AFA a la cancha llorando en el micro porque, a pesar de que no había dicho nada, internamen­te sabía que era mi último partido. Se te pasan un montón de cosas por la cabeza. Pero lo que hizo Pipi me parece muy bien, tenés que ser ser ídolo adentro y afuera de la cancha, y él lo demostró: tuvo un gesto de grandeza.

-¿Y como manager cómo lo imaginás?

-¡Lo veo bien! Es muy bueno que le hayan dado esta chance porque lo va a ayudar a que el cambio de vida de dejar el fútbol no sea tan brusco. Es una persona capaz, que conoce bien el club y lo noté muy metido.

-Vos asumiste como manager al poco tiempo de retirarte, él casi al mismo tiempo. ¿Es una situación parecida?

-Sí, es muy similar a lo que me pasó a mí. Pero siempre hablamos de que cuando decidiera dejar el fútbol iba a tener las puertas del club abiertas, ya sea en el Departamen­to de Fútbol Profesiona­l o como técnico de Inferiores.

-¿Qué consejos le diste para ser manager?

-Consejos no, le conté de qué se trata y le ofrecí todas las posibilida­des. Pipi tiene la suerte de que ahora está todo mucho más calmado, están

“SUPO LEER QUE ERA EL MOMENTO. FUE UN GESTO DE GRANDEZA”.

“NO SÉ QUÉ HAY QUE HACER CON LA 10, ESTOY CONFUNDIDO”.

EL EX PUNTA FUE MANAGER HASTA FIN DE 2017.

todas las áreas más profesiona­lizadas. Cuando yo agarré en 2012 era un quilombo, estaba todo desarmado y encima estaba el tema de los promedios; ahora hay una base sólida en Fútbol Profesiona­l, entonces tiene que aprovechar eso para darle su impronta al proyecto.

-El otro día, por radio, casi que habló como un asesor de fútbol...

-(Sonríe) Sí, cuando charlamos lo noté con muchas ganas, plantado en lo que quiere y muy tranquilo. Ya en el último tiempo, siendo jugador, ayudó mucho. Ahora va a tener que estar más cerca al Pampa, de Matías... Un poco lo que yo hacía, es un trabajo lindo.

-A veces se confunde con la tarea que hacen los directores deportivos en Europa, ¿creés que hace falta clarificar cuáles son las funciones?

-Es que depende mucho de cómo lo tome Pipi. A mí en su momento fue como que me dieron una lanza para ir a pelear por todo, je. Tuvimos que desarrolla­r muchas cosas por la situación en la que estaba el club. Por ahí la gente piensa que es sólo el tema de los jugadores, pero nosotros en su momento tuvimos que hacer de todo y no se nos cayeron los anillos. Ahora hay otra estructura en el club y Pipi tiene la oportunida­d de poder enfocarse en otras cosas, quizá sí más parecidas a las que se hacen en Europa. -Fueron tus primeros seis meses lejos del club, ¿cómo lo viste desde afuera?

-Bien. Estuve afuera pero un poco adentro también porque hablo mucho con Matías, con Diego (Delledonne, Gerente de Fútbol), con Marcelo, con otros dirigentes como Daniel Fernández. También con el Pampa... En un momento estaban todos medio temblando, pensando que estaba todo perdido, pero les dije que no había que volverse locos porque siempre hay que esperar a que termine todo. Y la verdad es que terminó bárbaro si vas a los puntos, a los objetivos, a clasificar a la Copa 2019, al hecho de haber superado a Mineiro que parecía un cuco, con la venta de Cerutti a días de arrancar y con muchos jugadores lesionados... Después es fútbol y es opinable, pero los objetivos se cumplieron. De algún modo yo también me sentí parte porque cuando me fui habíamos puesto al Pampa, entonces sentía que mi responsabi­lidad corría hasta que terminara este semestre. -En 2007 le cuidaste la número 10...

-(Sonríe) Sí, seis meses, un caradura, ja. Es que llegué y la 9 la tenía la Gata (Fernández), que venía de ser campeón, y entonces agarré la 10. Tengo un lindo recuerdo del 4-3 a Racing en el que hice dos goles con esa camiseta.

-¿Y ahora a quién se la darías?

-La verdad es que estoy confundido con el tema. No sé si hay que no usarla o dársela a algún pibe, el tema es quién se la va querer poner porque el Pipi es el ídolo máximo. Pero quizá aparece un chico, como alguna vez fue Pipi queriendo ser Gorosito o Silas, que quiere ser Romagnoli...

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