Mauro Zárate le dio otro vuelo a un Boca que ya no depende tanto de Pavón, aunque habrá que evaluar al equipo ante un rival de otro nivel. Anoche no hubo equivalencias...
De acuerdo. La de ayer fue una pelea sin equivalencia alguna, como si en un partido de básquet el hijo de Marley marcara a LeBron James. Pero ojo, en parte la diferencia quedó expuesta porque Boca jugó en serio pero sin cargar, alguna que otra vez disimuló la tremenda diferencia física, técnica y de jerarquía con Alvarado, en un gesto de piedad que no estuvo de más. La goleada cayó por decantación, por peso propio y sirvió para que el campeón se afilara pensando en el choque por la Libertadores de la semana ante Libertad.
Pero también para ir despuntando qué va con este equipo que amontona talento en cada rincón, con jugadores de selección que hacen banco y con la necesidad de que los Barros Schelotto tengan un ojo biónico para administrar titularidades y minutos, respetando presentes y jerarquías, sopesando méritos en función de lo individual pero sin descuidar lo colectivo. Y por si fuera poco, evitando las injusticias... Casi nada...
La primera decisión marca territorio: el titular en el debut oficial del semestre fue Mauro Zárate y Carlos Tevez tuvo que conformarse con minutos de resaca, y habrá que subrayar -siempre atendiendo a la particularidad del rival- que el ex Vélez le dio a Boca otro vuelo
EL EX VÉLEZ COSIÓ TODO LO QUE EN EL EQUIPO ANDABA SUELTO.
y al 4-2-3-1 otro sentido. Con él así, -vivaz, activo, rápido, dinámico- Boca dejó de ser ese equipo unidireccional que vivía de los piques de Pavón, para reencontrar ese Plan B que había quedado herido de muerte con la lesiones de Gago y Benedetto, y con esa reincorporación del Apache que le quitó variantes y continuidad, por la misma tendencia de Carlitos hacia la indefinición de no de ser 9, ni de ser 10. Zárate vino a coser todo aquello que andaba suelto. Pablo Pérez tuvo un socio cerca, lo mismo que Cardona, porque Mauro, además, tiene más vocación de construir, de integrar, de engañar los espacios. Sabe cuándo tiene que dar un par de pasos para atrás, pero también cuándo debe ser más directo, como en el segundo gol, cuando abrió rápido para encontrar la velocidad de Pavón, centro y gol de Ábila.
Habrá que ver cómo funciona este plan con un rival de otra categoría, pero hay determinadas características que germinan desde cualquier suelo. Eventualmente, la rebeldía de Tevez, su indomable espíritu de peleador callejero, estarán ahí cuando Boca la necesite. Por ahora este equipo va para otros rumbos...