BERTOLO BIEN

El Taladro extrañó horrores la puntería de Cvitanich, pero apareció el volante para poner las cosas en orden. El equipo de Falcioni siempre lo buscó.

BANFIELD FUE AMO Y SEÑOR, Y LO SALVÓ LA SORPRESA DEL VOLANTE.

Fue suyo siempre. Desde que empezó el partido. Banfield lo acorraló. Lo empujó. Pero el arco se veía nublado. Esa contundencia tan necesaria en partidos coperos, brilló por su ausencia. Hasta que Nicolás Bertolo pisó el área por sorpresa y rompió los esquemas de un Boston River que sólo vino a defenderse. De pronto, pasó de Ber todo mal a Bertolo bien. Y a festejar.

Banfield entendió de entrada lo que se estaba jugando. Por eso, fue tras ese bendito gol que le permitiera igualar la serie para poder jugar un poco más tranquilo. Pero es difícil ir a la guerra sin un arma que lastime... Con la ausencia de Dario Cvitanich, sin dudas, fue como salir a batallar con el fusil descargado. El Taladro se acomodó, apuntó y... pif. Nada. En este primer tiempo no pudo hacer daño. Dátolo y Cecchini le dieron fútbol y tenencia

al equipo de Falcioni, llegaron al área rival con pases precisos. Pero arriba le faltó ese punch tan necesario en el fútbol: no tuvo quién la metiera. Incluso contó con varias claras, pero la definición fue una cuenta pendiente.

Ante un rival limitado y que plantó un escudo débil, Banfield dejó en claro que era más desde el juego pero no supo traducirlo en ell resultado. De hecho, el Taladro casi termina en la lona en una contra de los uruguayos. Pero lo buscó. Y eso es bueno. Porque siempre propuso el equipo de Pelusa. Y llegó al gol porque combinó magia entre Torres, Cecchini y Bertolo. Lo tuvo con un penal que Dátolo pateó como un rugbier de Los Pumas. Un desastre lo que hizo.

Por suerte, el arquero Falcón le hizo otro penal tonto a Bertolo, que la pidió y la puso contra un palo. Un premio para un equipo que no le encontró la vuelta al PT, que se reinventó con ganas tras el descanso y, ante la sequía de los puntas, explotó a Bertolo. Ahora se topará con Defensa y Justicia.