La Selección no deberá meter el micro delante del arco: Brasil, con sus figuras, no brilló y le ganó con poco a la débil Arabia. Pobre 2-0.
Motor encendido, marcha atrás y a estacionar el micro en otro sitio. No hay lugar a temores ni necesidad de meter el bondi delante del arco para jugar con este Brasil. Al menos, el que se mostró contra Arabia Saudita. La humorada de Lionel Scaloni para defenderse de Neymar y compañía, apenas consumado el triunfo ante Irak, no deberá pasar de eso. Aun con la mayoría de sus figuras, los brasileños no brillaron y le ganaron con poco a la selección conducida por Juan Antonio Pizzi. Quizá jugaron a media máquina, es cierto, pero más allá del trotecito evidenciaron algunos desbalances que jugadores con la jerarquía de los nuestros pueden terminar en gol.
Con poco, los saudíes encontraron ciertos espacios para merodear el área de Ederson. Algunos pelotazos cruzados a las espaldas de los laterales terminaron con los extremos verdes con pelota dominada dentro del área. No prosperaron por limitaciones obvias, aunque en conjunto, los de Pizzi se mostraron mucho más maduros y aceitados que la pobre imagen que dejaron en el Mundial de Rusia y que amenazaron el puesto del DT aún en plena competencia.
Partiendo de esa base, las diferencias de Brasil nacieron desde el peso específico de sus jugadores. No hubo, hay ni habrá equivalencias entre ambos seleccionados. Cuando Neymar o Coutinho encontraron la pelota con espacio para lanzarse fueron imparables. Más de una vez se los vio correr más de 30 metros derechito al arco y apilando a uno, dos, hasta tres árabes sin necesidad de gambetearlos.