ASÍ NO DA LA TALLA

No es que un técnico deba casarse con los 11 de memoria, así que Chacho cambió el planteo y puso batalla donde habitualmente hay juego. Y tuvo poca batalla y nada de juego. Si algo no podía volver a pasar era tener que decir “otra vez” y fue “otra vez”. El equipo no pudo pelear el partido desde el pensamiento: porque se pensó inferior desde el dibujo inicial de Chacho. Y de tanto pelotazo terminamos aturdidos, en especial desde que ellos clavaron ese libre. Si éramos la defensa menos vencida, se hicieron un festín y hasta nos hicieron precio en varias contras. Si éramos los más goleadores, no creamos una sola asociada. Fue como si los varios meses de afianzar un equipo protagonista, capaz de aguantar atrás (solo un Arias enorme evitó una catástrofe descomunal), capaz de presionar y recuperar y de generar, todo eso se derrumbó ante un rival que se creyó superior y nos convenció a nosotros que lo era. Cuando ese rebote fue el segundo, no pudimos levantarnos más... Todo igual, ¡todo igual!, hasta el otra vez con expulsados... Una repetición casi exacta: misma impotencia, misma falta de brújula y misma sensación de que se termine de una vez. No hay nombres porque salvo Arias nadie hizo lo que venía haciendo y todos parecían abrumados por tener que jugar un partido que todos queríamos y sabíamos que era clave ganar. Planificación pobre porque Coudet no pensó en cómo sorprenderlos y dejó en el placard la ropa de puntero y de equipo que (en casi todo el torneo, no un día, ¡4 meses!) sale a ganar en cualquier cancha sin temor, jugando lo que sabe. Imposible jugar peor. Decía un filósofo famoso que lo que no mata, fortalece. Ahora se verá si damos la talla.

COMO EN EL DUELO DE COPA, EL EQUIPO FALLÓ EN TODO.