Olé

FALTAN EQUILIBRIO­S

- JUAN BECERRA j b e c e r r a @ ole.com.ar

No fue por error o charlatane­ría que la semana pasada, después del triunfo ante Godoy Cruz, Alfaro consideró que a Boca le hacía falta equilibrio. Le hace falta como el agua. Acabamos de verlo otra vez. Podemos extenderno­s hasta mañana en considerac­iones acerca de qué equilibrio­s faltan. Y ponernos de acuerdo con lo mínimo: le faltan dos. Uno es el del juego en sí mismo. Aún con una escuadra que en la planilla tendía al equilibrio con tres mediocampi­stas de despliegue, el equipo no acierta todavía a funcionar a las revolucion­es que más le conviene, y que no tienen que ser fijas. Se lo ve pensando en contener en el campo propio y desplegars­e sobre el espacio en contras contra el error rival. Pero mientras intente hacerlo con ansiedad, los partidos quedarán abiertos a la suerte, que a veces la tiene uno y otras veces la tienen los demás. Es cierto que la cancha de Belgrano, poceada y arenosa, no contribuyó a que Boca tuviera la pelota con un margen de error aceptable en los pases. Por momentos la vio cuadrada, y pagó con el fuera de punto las jugadas más veloces. A esa dificultad se le sumó la garra de Belgrano, dispuesto a quedarse en la A sudando la gota gorda. El gol de Lisandro simplificó la búsqueda. Con la ventaja, Boca se estiró un poco, apostó a las corridas de Pavón y a las subidas de Buffarini, siempre con la caja trabada en la quinta marcha. Ese fue el carril eufórico donde el equipo produjo aberturas en la defensa de Belgrano sin la gracia de la terminació­n. Quizá la noche poco inspirada de Zárate explique (a medias) la falta de relación constante en el triángulo del ataque. Tanto se pudo ganarlo al final como perderlo antes. El empate no se llora.

SE PUDO GANAR COMO PERDER. EL EMPATE NO SE LLORA.

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