Olé

HINCHAS DE LA SELECCIÓN

- JORGE MARIO TRASMONTE jtrasmonte@ole.com.ar

Dos veces cada cuatro años (mundiales y copas América), los argentinos nos ponemos en modo “hincha de la Selección”. Vivimos el fútbol como pocos en el mundo, tenemos rituales asociados a la pasión por nuestros equipos, y en esas contadas ocasiones le “prestamos” nuestra adhesión a la Selección. En todo el resto del tiempo, incluso en las fechas FIFA de Eliminator­ias y amistosos, la Selección parece menos una alegría que una molestia. Nos sacan jugadores antes de un partido importante; nos devuelven a éste cansado y a aquél, lesionado; les distorsion­an el foco de atención que deben tener en el clásico, la copa o el torneo de turno. Una molestia. Los partidos son un paseo familiar en canchas con clima de teatro o un programa para la reunión y la picada de amigos frente a la tele.

Hoy sale Argentina a la cancha y empieza una de esas etapas, nos ponemos en modo hincha de la Selección. Será bueno que lo ha

gamos en todos los sentidos, para todos sus efectos, como lo hacemos con nuestros clubes, donde aquello de “y en las malas mucho más” es una bandera de aguante que nos enorgullec­e y una caricia de incondicio­nalidad para los nuestros cuando tropiezan. Nuestros jugadores, que sufrieron críticas pero también han vivido con mucho resentimie­nto los últimos tiempos, a la vez tendrían que pensar que el hincha argentino no es sólo el que vomita porquerías en las redes. Que más son los que viajan a verlos con ilusión, los que se aprietan en la puerta de sus hoteles para saludarlos y tener una selfie, los que aunque estén solos en sus casas se ponen el gorro y la camiseta y alientan. Valga similar mensaje para las muchachas que pelearon como tigresas por poder representa­rnos en el Mundial, el lunes consiguier­on un punto histórico y ayer perdieron: “En las malas, mucho más”.

Así es el verdadero hincha.

ALENTAR EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS.

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