¡Grande, ma!
Vanina dejó el fútbol, tuvo mellizos y era cajera. Pero volvió del retiro y, en su tercer Mundial, es figura.
Hay una forma de contextualizar lo que está logrando la Selección en este Mundial. En su primera vez en 2003, en 150 minutos, las chicas habían recibido siete goles. A la siguiente, en 2007, en igual cantidad de tiempo, ya habían sufrido 11 tantos. Ahora, en Francia, el arco se cerró hasta los 150’ (90’ ante Japón y 65’ contra Inglaterra). Y si la pelota no entró antes, gran responsabilidad tuvo Vanina Correa. Ayer, en Le Havre, a pesar del 0-1, la arquera que ataja en Rosario Central fue elegida como la mejor jugadora del partido. Y hasta el DT rival, Phil Neville, calificó su actuación como “de clase mundial”.
Correa (35 años) también estuvo en las dos ediciones anteriores, “pero era muy chica
y no pude disfrutarlo tanto”. En 2003 fue suplente y en 2007 sólo atajó en el debut: 0-11 ante Alemania, en la que era la peor goleada hasta que en este torneo Estados Unidos le metió 13 a Tailandia. “El ser más grande ahora hace que vea las cosas diferentes y disfrutarlo más. Estamos tristes por este resultado pero queda Escocia y vamos a dejar todo como venimos haciendo”, se expresó luego del premio de MVP.
Contra Japón fue pilar del primer punto de Argentina en mundiales y ayer, sobre todo con el penal que le sacó a Parris, evitó una caída mayor. Lo más curioso es que hasta 2017 ella llevaba seis años retirada, tiempo que se dedicó para ser mamá de los mellizos Luna y Romeo. Incluso, tenía decidido no volver a jugar y cobraba impuestos en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. Hasta que Borrello la convenció de volver a ponerse los guantes y... es figura. ¡Grande, ma!