YA SUMÓ 10 TÍTULOS EN CINCO AÑOS, CON DOS LIBERTADORES.
El Muñeco, el DT más ganador de la historia de River, es el hacedor de un equipo bien copero y que va con todo para ser bicampeón de América.
Para el hincha de River es mucho más que un entrenador. Marcelo Gallardo se transformó en parte viviente de la historia más grande del club por haber trascendido más allá de los resultados: en cinco años al frente del equipo, el Muñeco sembró en sus jugadores una idea, un estilo de juego, y gracias a esa empatía cosechó logros inigualables como el que alcanzó el 9 de diciembre de 2018. Es, básicamente, el padre de una criatura insaciable, una bestia copera que en su ciclo ya levantó dos Copas Libertadores y que ahora va por el bicampeonato después de haber ganado la final más recordada del certamen, por los siglos de los siglos.
Así como para el mundo River su figura genera idilio y tranquilidad, para el resto de los mortales se vuelve una especie de monstruo mitológico de siete cabezas que arrasa con todo aquél que se le cruce en su camino. Porque si bien el equipo es una extensión de sus pensamientos futbolísticos, nadie
duda de que la cabeza, el cráneo que pergeñó esta revolución en Núñez, es la del Muñeco. Este hombre que a sus jóvenes 43 años ya se volvió el DT más ganador de la historia del club gracias a sus diez títulos, siete de ellos internacionales. Por eso conquistó el respeto y admiración de propios y extraños, y por eso también a los rivales no les hace tanta gracia tener que enfrentarlo... Por caso, Cruzeiro lo sufrió en carne propia hace tres años, también en este certamen aunque en cuartos de final. Fue por ese entonces que la Bestia Negra creyó haber maniatado al Millonario con ese 1-0 en la ida, en el Monumental, en lo que el propio Muñeco definió como un partido que “peor no se podía jugar”. Sin embargo, seis días después se gestó el Mineirazo en Belo Horizonte, con ese 3-0 de un fútbol total de River que marcó un antes y un después: allí se forjó el campeón de la Libertadores, la primera del DT. Y desde entonces, Gallardo desanduvo su destino de leyenda. La bestia técnica.