Olé

BORRÓN Y CARAS NUEVAS

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Borrón y caras nuevas. Más de un equipo que se fue (o se va a ir) y un equipo exacto que llegó (o va a llegar). Y nada es casualidad: Gustavo Alfaro encabeza un proyecto de rearmado que arrancó en el verano luego de perder con River la final de la Copa Libertador­es y que continúa en este mercado de pases. Por eso, más allá de lo buenas que son las ofertas, las

partidas de dos referentes como Darío Benedetto y Nahitan Nández van por ese lado y cierran un ciclo. Claro, el problema es que la renovación está en pleno proceso a un día de una final disfrazada de octavos.

Cuando Carlos Tevez avisó que lo más fácil “era borrarse” después de la final en Madrid, lo decía en serio. Boca no es joda. Sacando ya a Nández y Benedetto que se irán, son pocos los jugadores que participar­on de la final y que todavía están: Andrada, Buffarini, Izquierdoz, Villa, Pavón, Carlitos y Ábila. En diciembre del año pasado, además de los Barros Schelotto, se fueron Pablo Pérez, Wilmar Barrios, Magallán y Leo Jara. Y ahora, con seis meses de retraso, les llega el turno justamente a los dos que la dirigencia y los hinchas eligieron como bandera para la reconstruc­ción. Eso sin contar que Pavón es otro que se puede ir, aunque por ahora Boca no aceptó la oferta de 12 millones de dólares de Los Ángeles Galaxy de Guillermo.

Obviamente se trata de una renovación de pesos pesado, como la que había ocurrido a mediados del 2016 tras la eliminació­n en semis contra Independie­nte del Valle, cuando partieron referentes como Agustín Orion y el Cata Díaz. Con Alfaro, está a la vista, la movida va por ese lado y no sólo incluyó nombres, sino también esquemas: murió el 4-3-3 como lo entendía Guillermo y por ende los extremos, y asomó un 44-2 que en este segundo semestre será más tradiciona­l todavía, si se consolida el ingreso de Salvio por Villa.

Y con las salidas y las llegadas que se dieron a lo largo de este año, se viene un Boca todavía más fresco. Por un lado, participar­án los refuerzos, caso Alexis Mac Allister, Jan Hurtado y Toto Salvio. También estarán los jugadores que no tenían tanto protagonis­mo en los últimos meses del Melli, como Zárate, Tevez, Wanchope y Buffarini. Y por último, los que habían llegado hacía nada

más que seis meses (Andrada, Buffa e Izquierdoz) y siempre tuvieron más fuerza para seguir adelante. Eso sin contar los nuevos que se incorporar­on en enero y llevan seis meses en el club.

El problema de semejante renovación es que los tiempos de las incorporac­iones nunca son los que tienen en mente los entrenador­es, y Alfaro no es la excepción. Porque lógicament­e le hubiera gustado tener a los refuerzos mucho antes, adaptarlos al equipo y ponerlos mañana en el campo de juego ante Paranaense. Pero la realidad es que al único que tuvo de entrada fue Mac Allister y para contar al resto necesitará que el viento sople a favor y, en medio de la renovación y lejos de un escenario ideal, avanzar a los cuartos de final que se disputarán durante agosto.

Hay borrón y caras nuevas, de eso se trata. Por eso, y ahora sí, la decisión de vender -y no retener a pesar de que tienen contrato- a dos de los últimos históricos como Nández y Pipa, quienes eligieron despedirse de los hinchas de distintas maneras, uno bien y el otro mal, uno en la cancha y el otro lejos. En Boca necesitan respirar aire fresco, dejar partir a quienes están desgastado­s y así renovar las expectativ­as. Buscan onda positiva. Porque el nuevo Boca está en marcha, aunque con una serie decisiva como primera prueba.

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NICOLÁS MIGLIAVACC­A POR nmigliavac­ca@ole.com.ar
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