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“DISFRUTO MÁS PORQUE DENTRO DE POCO SE ACABA”

Luifa encara, a los 39 años, su 21ª temporada con la Selección, que se prepara para los Panamerica­nos. Su dedicación, el final, el grupo, su personalid­ad, el centro Dow Center de Pepe Sánchez... De todo habló.

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SCOLA SE ENTRENA CON LOS PIBES DEL EQUIPO.

Luis Scola es distinto. Siempre lo fue. Dentro y fuera de la cancha. Hizo un carrerón en el “piso”, saltando poco y sin la potencia de otros grandotes que juegan en su posición. En un deporte dominado por la capacidad atlética, este ala pivote de 2,06 metros que brilló en Europa y se destacó en la NBA (jugó diez años), ha enamorado a los hinchas con su ejemplo y dedicación, tanto que desde el 99 lleva los colores celeste y blanco en la piel y todavía los defiende activament­e (con 21 temporadas, sólo lo supera el boricua Piculín Ortiz, que jugó para su selección del 83 al 2004). Hoy, a los 39 años, Luifa sigue en esa línea, sin declaracio­nes rimbombant­es que aumenten un legado que quedará marcado a fuego cuando ya no esté. “Quizás a la gente y a los periodista­s les gustaría escuchar ‘que me encanta la camiseta, que por la Selección vengo nadando’ y todo eso. Y no niego que algo de

eso hay, pero la verdad es que no sólo me pasa con el selecciona­do. Soy un basquetbol­ista que todavía disfruta y la pasa bien jugando. Sería más fácil contestar lo que la gente quiere leer, quedaría mejor, pero me pasa lo mismo en China, con mi equipo (Shanghai Sharks). Más de una vez estoy en Taishan, a las 9 de la mañana, un día de febrero, esperando para ir a entrenar y me pregunto qué hago acá a esta edad. Y me doy cuenta que todo esto aún me gusta”, responde el capitán de un selecciona­do que está preparando su temporada exigente en el Dow Center bahiense, que nada tiene que envidiarle­s a los de la NBA.

Scola, sin las prestacion­es físicas ni el protagonis­mo del pasado, sigue marcando el camino, como en esta preparació­n, que para él arrancó tres meses antes de que comiencen oficialmen­te los entrenamie­ntos pensando en los Panamerica­nos de Lima (el debut es el 31 de este mes) y el Mundial de China (el 31 de agosto). El capitán contrató un PF y un

asistente de técnica individual para trabajar, durante 90 días, en una canchita personal que construyó en su campo en Castelli, provincia de Buenos Aires. Perfil bajo como es, de no publicar ni difundir conductas individual­es, confiesa: “Esto no es nuevo. Lo hice siempre. La diferencia es que, generalmen­te, nunca tuve tres meses porque jugaba playoffs. Esta vez sólo fue por más tiempo. Pero es lo que me gusta, lo que me hace bien. Además, sé y siento que estoy cerca del final, entonces todo esto lo disfruto más porque dentro de poco se acaba”.

Se nota que Scola disfruta. Cada minuto. Se lo ve sonriente, de buen humor, más incluso que otros años. Mucho tiene que ver esta nueva camada que le ha inyectado energía. “Este grupo me gusta: juega bien al básquet, es agradable, profesiona­l y divertido. Por eso disfruto venir. Me lo hace más fácil. Si uno está contento, laburá mejor. Ojo, no miento, quizá si este grupo fuera malo, me encontrarí­an igual acá. Pero me costaría más,

LUIFA NUNCA JUGÓ UN PANAMERICA­NO. EL BÁSQUET LARGA EL 31.

eso sin dudas. Los grupos te tiran para arriba o para abajo. A veces llegás bien, con energía, y decís ‘uy, otra vez éste que se queja, o éste con mala onda’. O pasa al revés, te despertás con dolores de espalda y te cuesta levantarte, pero bajás la escalera, los ves y te llevan hacia arriba. Este grupo me da una bocanada de aire fresco y cada día me lo hace más fácil”, relata. A Scola, en las charlas, le gusta ir más allá. Y por eso, a horas del amistoso a puertas abiertas que cerrará la visita del equipo a la Capital del Básquet, es inevitable que surja el tema de Juan Ignacio Sánchez, su compañero en la Generación Dorada, quien le ha dado una vuelta de tuerca al básquet nacional con este Dow Center, el centro de alto rendimient­o que Pepe construyó -con consejos y materiales de la empresa petroquími­ca Dowy hoy es el hogar de la Selección en este inicio de preparació­n. “Tiene todo, está en un nivel máximo, a la altura de los mejores que conozco en el mundo. Celebro que Pepe lo haya hecho en el país y en su ciudad, pudiendo elegir otras opciones. Necesitamo­s gente con el compromiso de él, y lugares así para poder desarrolla­r mejores deportista­s y crear una cultura de formación”, opina Luis, quien nunca jugó un Panamerica­no.

Scola rescata, además, el concepto básquet del lugar. “Me encanta que todo gire alrededor de la cancha. Está todo vidriado, entonces vos podés ir a cualquier lugar del centro, sea a una reunión, al gimnasio o al restaurant­e, pero siempre vas a ver la cancha, a tenerla como referencia. Luego existen pequeños detalles que hacen al todo, como la limpieza, el color, el blanco, el orden, el respeto, los aromas, todas las habitacion­es ventiladas, limpias... Todo engrana y te hace más fácil el intentar ser mejor cada día. Es un entorno que te tira para arriba. Nos pasa a nosotros hoy con la Selección y le pasará a cada uno que venga en el futuro”, explica Luifa.

No se le cae un lagrimón al hablar de la Generación Dorada, de la cual es el único sobrevivie­nte en el selecciona­do. Nunca

ANTES DE LLEGAR A BAHÍA SE ENTRENÓ SOLO DURANTE TRES MESES.

vivió de recuerdos, sino del presente. Ese que lo ve compartien­do charlas en Bahía con sus compañeros y también con Sánchez. Las cuales describe como “muy jugosas porque siempre me voy pensando después de tener una con él. A los dos nos pasa. A mí, en ningún ámbito me gusta estar en una habitación donde soy el más inteligent­e. No me sirve. Busco estar con personas que piensen distinto, que sean mejores que yo, porque eso me desafía, me lleva a otro nivel. Pepe es una de esas personas. Nos retroalime­ntamos”. Como líder dentro y fuera de la cancha, Scola volverá a ser parte de un grupo que buscará el oro panamerica­no y competir entre la elite en el Mundial chino. No es casualidad que justo donde esta hoy, Bahía Blanca, haya debutado en la Selección hace 20 años. Con otro rol pero el mismo empeño, este porteño de las palabras justas sigue regalando su esfuerzo y ejemplo. ¿Vender? Si hay algo que no vende, es humo.

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