Olé

“DE ROSSI ME HACE ACORDAR A BLAS”

Graciani dice que el tano se ganará rápido a la gente, habla de las partidas de Nández y del Pipa, y sentencia: “Hoy ya sos ídolo con dos o tres goles importante­s”.

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-Te retiraste en el 98, ¿cómo siguió tu vida?

-Cuando tomé la decisión de dejar, fui invitado a un programa de TV que se hacía con ex jugadores, les gusté y empecé a dedicarme al periodismo deportivo. Pero mi objetivo era ser DT. Hice el curso y empecé a dirigir en un country de San Carlos. Hasta que me llegó la oportunida­d de trabajar en Boca. Tenía que recorrer las distintas peñas, y como me tocó la época de Bianchi, que ganó todo, me recorrí el país entero. Ya desde dentro del club, me fui metiendo, de a poco, en la política junto a Mauricio Macri. Ahora, desde hace varios años, soy el Secretario de Deportes de Tres de febrero. Por suerte, nunca paré de trabajar. Lo necesitaba. Cuando yo largué, no podías vivir de lo que te había dejado el fútbol.

-¿Cuánto valdría Alfredo Graciani hoy?

-Uf, no lo sé. En el 87 tuve la chance de una venta muy importante para ese momento y el Valencia estuvo cerca de pagar dos millones de dólares por mi pase. Hoy escuchás ese número y te reís.

-¿Cómo era aquella dupla letal con Comitas?

-Teníamos una relación bárbara. Y nos divertíamo­s mucho. Salíamos juntos a tomar algo. Admito que él era más controlado. Yo era joven y soltero... -¿Gatti siempre estuvo tan loco?

-Ja, síiii. Tuve la suerte de compartir sus últimos dos o tres años de carrera y fue lo máximo. Un divino, el Loco. En las concentrac­iones, cuando cenabas, el profe nos ponía una botella de vino en mesas de cuatro. Entonces, el Loco te agarraba y preguntaba si tomabas. Y pícaro, se sentaba con tres que no tomaban así le quedaba el tubo entero para él. Es más, los días de los partidos, nos daban botellitas de Sprite. Una vuelta me siento con él, me voy a servir y me dice: ‘Dejá esa botella ya. Él se las llenaba de vino blanco. Un personaje. Una vez, en Brasil, llegamos al hotel y me fui a pasear. Cuando volví estaba la ventana abierta y el Loco no aparecía. Entonces, me asomo y lo veo en el piso de abajo: claro, ahí daba el sol... Había puesto la silla, bajado un metro más o menos, y se había puesto a tomar sol. Era un fanático del sol. Todo el año bronceado.

-¿Qué es lo que hoy más te reconoce el hincha?

-Creo que cuando yo tenía que aparecer, aparecía. Siempre les hice goles a los clubes grandes. El que más recuerdo fue uno a River en el Monumental. Tan loco me puse que salté el cartel de publicidad y me echaron. Pero yo lo sentía así. Fue un reflejo del sentimient­o bostero. Cómo para no festejarlo. Ésa vez fue la primera que me besé la camiseta.

-¿Cómo era ser ídolo de Boca en tu época?

-Era muy difícil. Desde el 81 que el club no ganaba nada y era costoso ganarse un lugar en el corazón del hincha. Tuve la suerte de hacer dos goles en aquella famosa Liguilla contra Newell’s en el 85 y a partir de ahí la gente me brindó muchísimo cariño. Para ser ídolo, si algunos creen que lo fui, me costó muchísimos goles.

-¿Creés que hoy es más fácil?

-Sí, ahora es otra cosa. Hoy hacés dos o tres goles importante­s y ya te convertís en ídolo.

-Ahora se van Nández y el Pipa, dos referentes, ídolos para muchos jóvenes. ¿Cuánto pierde Boca?

-Pierde a dos jugadores bárbaros. Benedetto, por sus goles importante­s, por su calidad y por lo que comparte con la gente: ser hincha. Y Nahitan por su entrega, su temperamen­to, su garra. Es de esos jugadores que dejan su huella: el que hace que la Bombonera esté de pie.

-Sin ellos, ¿Boca es candidato a ganar la Copa?

-Boca siempre es candidato. Por su escudo, por su historia, sus jugadores, su gente, su estadio. Jugar en la Bombonera no es para nada fácil. Es una fortaleza que tiene el club en cada Copa Libertador­es.

-¿Y cómo te lo imaginás a De Rossi?

-Le va a costar adaptarse, pero lo va a lograr. Por las caracterís­ticas que tiene. Cuando me lo nombraron, lo primero que se me vino a la cabeza fue la imagen de Blas. Automática­mente, eh. Me hace acodar a Blas...

-Tiene un tatuaje de un jugador yéndole a los tobillos a otro...

-Ja, ¿viste? Ese temperamen­to le va a ayudar a sentirse más cómodo en el fútbol argentino. Porque yo jugué en Europa, y allá el fútbol no es tan duro. Es luchador, metedor, aguerrido... Yo no tengo dudas: se va a ganar muy rápido el cariño de la gente.

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“BOCA SIEMPRE ES CANDIDATO A LA COPA”, DICE HOY, A LOS 54 AÑOS.
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JUGÓ EN BOCA DEL 85 AL 94. 83 GOLES.

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