La cocina de Diego con Diego
Tuve la suerte en mi vida de elegir de qué trabajar. Y la sigo teniendo. El combo TV y fútbol me dio la gran oportunidad de producir eventos en los que participó Maradona, además de su Partido Homenaje en la Bombonera y La Noche del 10, programa que se daba todos los lunes en 2005.
Historias hay miles. Tengo 50 años y crecí admirando al mito. Mi viejo me contaba que en Argentinos un fenómeno hacía jueguitos y la gente lo admiraba. Nos hizo madrugar a todos en Japón 79. Nos alegró con su arte maravilloso. Lo recuerdo vestido de soldado cuando hizo el servicio militar. Toda una vida repleta de admiración y respeto.
Todo lo que transmitía y recibí de parte de D10S es inigualable. La única vez que me bajé de un móvil conmovido por un evento fue cuando salió a jugar en su homenaje (nunca aceptó la palabra despedida). Corrí al campo de juego para verlo a él otra vez. Ya lo había cruzado por trabajo varias veces y nunca le había hablado demasiado. En esa salida se me puso la piel de gallina, pero acá no hay cuestión de colores. Por lo que viví con Diego descubrí que jamás habrá argentino con tanta trascendencia.
La primera reunión que tuve en el canal por La Noche del 10 dije que “la mejor nota que se le podía hacer a Diego la tenía que hacer el mismo Diego”. Y ahí quedó el tema. Como un comentario más.
Por el “mano a mano” con Diego habían pasado Pele, Tinelli, Susana, Mirtha, Chespirito y tantos más.
Hasta que sentamos un lunes al boxeador panameño Mano de Piedra Durán. Se la pasó haciendo menciones y chivos. Fue flojo el encuentro. Fue el único lunes que marcamos menos que la competencia.
Y acá va lo que por suerte nos pasó.
Era jueves y no teníamos un buen mano a mano para meter el lunes posterior. Y les planteé el tema a Suar, Codevila y a Coco Fernández. Le dieron para adelante. Son tres fenómenos. Nos reunimos a la noche en un bar de Salguero y Juncal con Federico Salomon y Martín Shaffner (productores), con Julián Marini (editor) y con Gustavo Peduto (director) para ver cómo podíamos hacer el mano a mano de
Diego a Diego.
Al día siguiente se llenó el estudio con invitados y se modificó la puesta de cámaras para poder lograr el efecto deseado. Le pedí a Diego que no se afeite para la entrevista porque él solía presentarse de esa forma cuando le hacían una nota. Le pregunté si le podíamos preguntar de todo y contestó “de todo”. Armamos junto con el equipo un cuestionario y Codevila se sentó en un lugar para hacerle la entrevista al Diego entrevistado.
Pablo, que tiene una muñeca infernal para esto, se encargó del clima y de repreguntar. Venía tan bien que le pedí meter un corte para extender la nota. Luego de las preguntas se grabaron planos de apoyo para la edición. Y a continuación con un doble de él grabamos el abrazo de Diego con Diego para su entrada al estudio.
Diego se fue al camarín, se afeitó y volvió para hacer las preguntas. No quedaba mucho tiempo porque debía ir a San Telmo a Torneos por una nota pautada con Fernando Niembro.
Fueron 52 horas de edición y se llegó con lo justo. No hubo efectos especiales ni nada de eso. Se hizo como se pudo. Durante los 13 programas que duró el ciclo Diego no tuvo un capricho y se mostró más humilde que muchos que crucé en casi 30 años de carrera.