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¿ARGENTIN MARADONA Partidazo contra Bélgica y a la final

Se preparó para que fuera su Mundial. Y lo fue. La rompió toda, metió el mejor gol de la historia y ya todo el planeta supo de él. En México 86 se hizo mito, héroe y leyenda...

- POR SERGIO MAFFEI s m a f f e i @ ole.com.ar

Fue su momento de gloria. La versión top de Diego Armando Maradona. Su máxima expresión. El mejor de la historia, el gol del siglo, el genio del fútbol mundial, barrilete cósmico, de qué planeta viniste (a qué planeta te fuiste)... Cuando se hable de México 86 se hablará de él. De su magia, de su gambeta, de esa Copa que levantó y besó, de esa felicidad infinita, de ese instante que lo hizo eterno, leyenda, mito, que lo convirtió en D10S. Y en inmortal, aunque la noticia más dolorosa, más triste, más increíble, la menos esperada, diga lo contrario.

Maradona se preparó para jugar su Mundial. Y fue su Mundial. El Mundial de todos los argentinos. “Voy a ser la figura de México 86”, dijo, mientras se preparaba con el profe Signorini y con la música de Rocky. Los noqueó a todos. Más allá de que Argentina ya había ganado su primera estrella en 1978, que en 1986 haya sido con Diego, con sus dos goles a Inglaterra, con el gol más maravillos­o de la historia, con la Mano de Dios, lo hace inigualabl­e. Nadie jugó una Copa del Mundo como lo hizo él. Nadie. Por eso también fue el más grande de todos...

Ese partido con Inglaterra fue mágico, porque reivindicó la bandera argentina. La guerra de Malvinas todavía estaba presente. Y si bien era un partido de fútbol, él jugó por aquellos chicos que murieron en la batalla. Por eso fue distinto, también. Porque defendía la celeste y blanca como nadie. Como un soldado. Como un héroe. Como el que más. “Era como ganarle a un país, más que a un equipo. Aunque no tenía nada que ver con esa guerra, sabíamos que a muchos argentinos los habían matado allá como pajaritos. Y esto era una revancha”, contó Diego de aquella gesta. Así lo vivió.

El relato de Víctor Hugo quedará para siempre. Sublime, inolvidabl­e, único, irrepetibl­e. Pero Diego hizo mucho más. Ese gol ante Italia para alimentar la clasificac­ión a octavos, esos dos goles a Bélgica en la semifinal, para dar el paso previo a la gloria, ese pase magistral, mágico, celestial, a Burru

En las semifinale­s se vio un Diego sublime. La descosió contra los belgas, clavó un doblete, manejó el equipo y fue la figura.

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