Olé

Pase gol para tocar el cielo con las manos

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No se destacó como en los partidos anteriores, pero fue determinan­te dejando mano a mano a Burruchaga para que marcase el 3-2 final. chaga, para sellar el 3 a 2 contra Alemania, aquel 29 de junio de 1986 que quedó marcado a fuego en su vida. Para pasar a la historia grande del fútbol. Para hacerse leyenda. Para ser eterno.

Su pronóstico personal no falló. Y tampoco el grupal. “Somos los primeros en llegar porque seremos los últimos en irnos”, avisó, a pesar de que la Selección de Bilardo no era candidata y había viajado a México envuelta en críticas. El grupo, su grupo, sus amigos, los que en estos 34 años lo seguían llamando capitán, fueron sus laderos. Y él, Dios, los puso por encima de su gigantesca figura. De hecho, su última declaració­n sobre esa Copa que lo hizo el hombre más famoso del mundo fue en sus redes sociales, este mismo año. “Cada vez que recuerdo algu n campeonato (no tengo muchos, pero éste es el ma s importante de todos), prefiero publicar una foto con los muchachos, una foto con el equipo. A todos mis compan eros les digo que son cada día más grandes y que estoy muy orgulloso de ellos”.

Su imagen con la Copa en lo más alto, con el Azteca a pleno, se hizo póster, libro, legado. A partir de ahí, no hubo un sólo ser humano en la inmensidad del planeta Tierra que no conociera su apellido. Y su origen. “¿Argentina? Maradona”, se escuchó siempre con orgullo en cualquier rincón del mundo.

Dicen que una persona muere cuando dicen su nombre por última vez. Por eso, Diego, no vas a morir nunca.

Los campeones de México, conmovidos por la partida del Diez

“Dale, decime que no es cierto”. Oscar Ruggeri hizo un silencio. Le duele el alma por la muerte de Diego Maradona. Miró la pantalla de su smartphone. Leyó por encima los mensajes del chat del grupo campeón del mundo de México

86. Uno en el que están todos. El Gringo Giusti, Pumpido, Enrique. Intentó entender. Pero, como sus compañeros de vestuario, con los que ganó el Mundial, no pudo comprender lo que ocurrió. “Están todos esperando que uno le diga al otro que no es así”, explicó el Cabezón en ESPN 2.

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