Olé

Mi abuelo me contó sus goles

- AYRTON AGUIRRE rodaguirre@ole.com.ar

Llegó la noticia que nadie quería escuchar: murió Diego Maradona. Tres palabras que duelen. Si bien uno no lo vio jugar en vivo por cuestiones lógicas de edad (nací justo el año de su retiro), siempre me imaginé sus gambetas. Cada vez que terminaba de hablar con mi abuelo sobre Diego, me tomaba un tiempo para trazar en mi imaginació­n esos slaloms que le hizo a cada uno de los ingleses rumbo al mejor gol de la historia. Así como también, recreé la imagen de su tobillo en el Mundial 90 cuando dejó hasta su físico para defender los colores del país.

Pensar en el Diego futbolista me emociona porque pienso en la admiración de mi abuelo al contarme cómo vivió cada uno de sus goles. Ni hablar del tanto en el que dejó en el camino a Fillol sobre el barro de La Bombonera. De hecho, recuerdo que la primera vez que pisé la cancha de Boca miré hacia el arco en el que Maradona desparramó al arquero campeón del mundo en el 78 para empujar la pelota hacia el fondo de la red.

Leí todo libro posible sobre su vida y vi cada especial sobre el talento que desplegó sobre el césped. Más de 100 veces habré buscado en Youtube el gol a Grecia en el Mundial 94, justo el último antes del maldito doping, escuché hasta el hartazgo el tema “¿Qué es Dios?” de las Pastillas del Abuelo y hasta le pedí a mi viejo, que es un dibujante aficionado, un cuadro sobre la figura del Diez para que adornara mi cuarto.

Maradona fue, es y será un mito. Sus frases, que quizás uno inconscien­temente utiliza a diario con sus amigos, su picardía para jugar en el barrio, su humildad con los que menos tenían y su conscienci­a para no olvidarse de sus raíces. Todo eso y mucho más.

Diego siempre estará a otro nivel. A pesar de sus errores (¿quién no los tiene?), nadie se puso en sus zapatos. ¿Podríamos nosotros haber aguantado su vida? Hay que quedarse con su imagen de futbolista y con su zurda mágica que conquistó millones de corazones en todas las latitudes del mundo. Hasta de chicos y chicas que nunca lo vimos jugar, pero que nuestros padres o abuelos nos contaron sobre sus hazañas. Esas que les permitiero­n a los argentinos festejar un título del mundo después de uno de los peores momentos de la historia del país.

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CUADR QUE LE DIBUJÓ PAPÁ.
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