Olé

BIEN A LO DIEGO, POR ÚLTIMA VEZ

- MARIANO DAYAN mdayan@ole.com.ar

Imposible que estos dos días, miércoles y jueves, no sean maradonian­os al 100%. En la Argentina y en el mundo, con esa adrenalina que generalmen­te transmitía el 10 salvo en su etapa final, cuando se lo veía notoriamen­te desmejorad­o y con serias dificultad­es para caminar. Y sobre todo ayer fue un jueves que llevará por siempre el sello de Diego, porque hubo que atravesar una imagen que si bien era siempre posible, por negación o por considerar­lo resistente a todo, no parecía que algún día fuera real. Pero fue así, Todos somos mortales, pero es demasiado fuerte y conmovedor ver a Diego librado a la decisión de otros, llevado por Coppola y sus familiares en el cementerio para el adiós. O ver a Diego venerado con cantos y gritos, embanderad­o por otros con los colores que adoró; y sin sentir ese cariño y esa devoción como habíamos visto casi a lo largo de toda su vida, jugando, paseando por el mundo o dirigiendo.

Fue tan maradonian­o todo que en un día en el que lo normal hubiese sido un homenaje medianamen­te ordenado e intenso, todo se desbordó justamente porque parece que no estamos para contener tanta pasión. ¡Ni para planificar un duelo! Acá, de locos, hubo líos, corridas, heridos, a pesar de que todos estaban por una única causa de despedir a lo grande al más grande de todos los tiempos, deportivam­ente hablando.

Pese a que no había rivales, se unían Boca y River y cualquier tipo de adversario­s deportivos, no pudimos evitar un desborde, hasta coparon un sector de la Casa Rosada y hubo que escuchar acusacione­s entre el Gobierno y la Ciudad, cuando en realidad se debía estar hablando del impresiona­nte homenaje nacional y mundial que genera orgullo, admiración y agiganta el mito. Porque a quién no le puso la piel de gallina ver a la gente acompañand­o el féretro por las avenidas o rindiéndol­e tributo durante el traslado, en las calles, desde Casa Rosada a Bella Vista. Pero somos Argentina y un velorio del ícono argentino ¡se tuvo que suspender como si se tratara de un partido!

Maradona siempre fue capaz de cualquier cosa y de generar movimiento­s increíbles, y esta vez generó una triste yapa. Imbéciles de la funeraria se sacaron fotos con Diego en el ataúd, imágenes que nadie quiere ver, que habría que hacer desaparece­r de las redes sociales. No se trata de esconder la realidad, sí en cambio de no mostrar aspectos de la vida que siempre se mantienen como parte de la intimidad, que no deben trascender. ¿Tan poca ética se puede tener para llegar a eso, para retratar a un tipo endiosado en su despedida final, frágil como nunca?

El día maradonian­o tuvo picos de emoción también, dejando sensacione­s como las que muchas veces dejaba él, en la cancha o con algunos gestos. Con la despedida de los compañeros del 86, con futbolista­s que se animaron a llorar frente a Diego, como Palermo. Y con el cierre privado que se merecía: en familia, con tres hijas, con hermanas, hermanos, sobrinos, amigos, muy reservado. En silencio, sin intrusos ni desubicaci­ones, como tenía que ser. El adiós fue de su gente, en el cementerio donde ahora descansa con Doña Tota y Don Diego. Con un aplauso final que es el de toda la Argentina.

Fue amor, es amor, será amor. Pero cómo vamos a extrañar los días maradonian­os, en los que convivían el dios y el diablo, en los que podías pasar de la adoración a la crítica rápidament­e. Se van a extrañar sus particular­idades aún sin jugar, sus caños al pasar, su invención repentina de frases célebres, su sola presencia en algún evento, los homenajes en las canchas, su emoción al escuchar los gritos. La despedida parece haber estado escrita por el propio Diego, con un día de mil caras. El que, con Maradona de gran protagonis­ta, fue último día maradonian­o de la historia.

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ASÍ SE VIO AYER LA PUERTA DE AFA, EN VIAMONTE.
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GRANDES HITOS POPULARES EN EL OBELISCO.
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