LA TRISTEZA NO SE MANCHA
Cómo explicártelo, Diego. Cómo decirte lo que fuiste para todos nosotros. Para toda esa gente. Tu gente. Para el oficinista que te homenajeó lanzándote papelitos desde una ventana con vista a Paseo Colón y para ese hombre que, llorando, contó que no tenía para comer y que vos, uno de los suyos, el superhéroe de los más mortales, le diste las alegrías más grandes de su vida. Y pasó con todos.
Cómo explicártelo.
Si te describe de algún modo la espontaneidad de lo que ocurrió durante tu último adiós. Ese movimiento genuino y popular de millones. Si el abrazo de los hinchas enfundados en camisetas cromáticamente rivales, inoportunamente enemistadas,
fue de algún modo tu legado. Fotos que podrían servir de ejemplo de cómo pudiste reunir a todos bajo un mismo orgullo. Que el hombre no separe lo que vos, Diego, has unido. Cómo explicártelo, Diego. El Himno Nacional como canción que te homenajea desde la Plaza de Mayo. Qué mejor para un hombre que ha sido bandera. Cómo explicarte que hubo una angustiante vigilia en cada punto del país. Una trasnoche sin dormir porque la pesadilla ya la estamos viviendo. Lágrimas en tu Fiorito. Velas en La Paternal. Flores en los muros y murales. Padres, hijos y nietos que lagrimearon comprendiendo el mito. Un oratorio en La Boca, tu templo. Pero también una ermita en Siria. Un altar en Beijing. Una pantalla con tu rostro en estadios desde La Paz hasta
Bangladesh. Peregrinos en tu mural de Nápoles, la ciudad más argentina de Italia desde que te conoció y te adoptó. Una pelota que no se mancha pero que lagrimea porque te extraña.
Cómo explicártelo, Diego. Verte ahí pero no sentirte allí. Leer esa placa dorada y correr la mirada porque lo que revela cala hondo y lastima. La sensación de que no puede ser. No, viejo. De que nos comimos una puta mentira. Pero no. Es cierto. Estás ahí. Cubierto por un manto albiceleste que defendiste hasta el último de tus días. Y también por un rosario junto a las camisetas de Boca, de Argentinos Juniors, de Napoli y de la Selección sobre ese gélido suelo presidencial.
EL HIMNO LO DESPIDIÓ DE LA CASA DE GOBIERNO. UN SÍMBOLO.