LA ARGENTINIDAD AL PALO
Lo que debía ser la mejor despedida para el ídolo más grande del país se convirtió en caos: corridas, balas de goma y heridos. El velorio, así, se suspendió. Ni por él.
LA BARRA DEL LOBO GENERÓ EL ÚLTIMO INCIDENTE.
La situación llevaba varios minutos con riesgo de desbordarse. La inmensa multitud que realizaba la fila para ingresar a la Casa Rosada y despedir a Diego Maradona se encontró con que la Policía estaba empezando a poner vallas para, más temprano que tarde, darle un corte al ingreso de los fanáticos: el velorio era hasta las 16, luego se extendió a las 19 y finalmente se suspendió por el caos. Con personas esperando a más de tres kilómetros, la situación en la intersección de Avenida de Mayo con 9 de julio se fue de las manos y allí comenzaron los incidentes con las fuerzas de seguridad, que se propagaron por todas partes.
La decisión de que sea velado tan sólo ocho horas (de la familia y acompañada por las autoridades nacionales) fue una grave equivocación. Y no haberla corregido cuando era evidente que no se iba a poder contener a tanta gente angustiada, también. Los enfrentamientos recrudecieron y hubo una feroz represión para “despejar” la 9 de Julio. Los efectivos dispararon balas de goma y arrojaron gases lacrimógenos, generando decenas de heridos y una estampida de gente en dirección hacia la Plaza de Mayo. El cortejo fúnebre iba a atravesar esa avenida hasta la subida de la Autopista 25 de Mayo para que los concurrentes pudieran observarlo, pero
los planes se desbarataron nuevamente por el estado de caos total. Cuando parecía que se habían calmados las aguas, cerca de las 16 volvieron a aparecer balazos indiscriminados contra la gente que aún esperaba por ver a su ídolo.
En la Casa de Gobierno la situación se volvió igual de grave. Cuando pasadas las 15 llegó al lugar la barra de Gimnasia, se desbordó el ingreso -¿casualidad o causalidad?-. Muchas personas incluso saltaron el vallado para meterse de prepo en Balcarce 50 y también hubo gas pimienta, que hasta afectó a los que estaban adentro. Alrededor de las 15.30, Gendarmería entró a la Rosada para intentar mantener el control, ya que la gente ocupó el Patio de las Palmeras: usó la fuente de agua para calmar el ardor de sus ojos producto de los gases y, con el acceso y la salida vedadas, se los dejó permanecer unos minutos cantando por Maradó, hasta que se los evacuó pacíficamente por la explanada lateral. El desborde obligó a que personal de Seguridad
de la Casa Rosada trasladara el féretro al Salón de Pueblos Originarios y puso a resguardo a la familia del Diez. Lo mismo hizo con los funcionarios del Gabinete nacional que se encontraban en el edificio. Y ya no hubo más lugar para despedidas de la gente.
Enseguida empezaron los pases de factura. El ministro del Interior, Wado de Pedro, le reclamó por Twitter al Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, que frene la represión, la cual continuó hasta cerca de las 17. Y desde el gobierno porteño señalaron a que la organización integral del velatorio en la Casa Rosada estuvo a cargo del Ministerio de Seguridad encabezado por la ministra Sabina Frederic, lo cual es cierto aunque, entre los 1.200 efectivos -tantos como en un Boca-Riverhabía personas de fuerzas federales y porteñas.
“¡Demagogia y barrabravas son dos caras de la misma moneda! La responsabilidad de lo que está sucediendo es del Presidente de la Nación
por permitir el velatorio en Casa Rosada. Quisieron apropiarse de un símbolo y sólo generaron violencia y destrucción”, devolvió Patricia Bullrich, ex ministra de Seguridad, en Twitter.
Presidencia emitió le bajó la gravedad a lo sucedido en la Casa de Gobierno con un comunicado: “Una vez que se controló de manera pacífica la situación, la familia transmitió su deseo y voluntad de dar por concluida la ceremonia. Por lo tanto, los restos mortales de Diego Armando Maradona serán trasladados al Cementerio de Bella Vista”. Y Alberto Fernández aseguró que “todo funcionó muy bien hasta que algunos, viendo que el horario los iba a dejar afuera, se precipitaron sobre la puerta de entrada, y todo se complicó”. En diálogo con radio Continental, el Presidente destacó que “lo que nos pasó hoy hubiéramos querido que no pase. Fue por la desesperación de algunos”, y detalló que “leía a algún opositor que se quejaba y decía ‘cómo puede ser que hayan organizado esto’. Si no organizábamos el velorio todo hubiera sido peor, era imparable”.
Con la situación totalmente fuera de control, se decidió dar por terminado el velorio y se delimitó un corredor para que el féretro pueda salir por atrás, mientras las fuerzas de seguridad ya habían armado el operativo en el cementerio Jardín de Bella Vista. Ya no había forma de volver a cierta normalidad
y que los argentinos que se acercaron pudieran darle a Diego el último adiós que querían. El cuerpo del mejor de todos los tiempos salió rápido y escoltado, mientras que unos pocos marginales siguieron con los desmanes por un rato más. El dolor desbordó en un pueblo al que le costará muchísimo aceptar el fallecimiento de su gran ídolo.