DIEGO AMANDO
Diego todo lo puede: un hincha de Boca y otro de River se abrazaron en la Plaza y lloraron juntos. Hubo buena onda entre hinchas del Pincha y el Lobo y de Central y Ñuls. Historias que sólo el Diez puede provocar.
Hizo milagros en la cancha, con la pelota al pie, con una mano endiosada, con magia a la vista de todos. Y Diego Armando Maradona, que el miércoles nos dejó en cuerpo, sigue generando situaciones maravillosas. Durante la despedida en la Casa Rosada, hinchas de Boca y de River, con sus respectivos colores, dejaron de lado la rivalidad porque con Diego no hay grieta: se abrazaron y lloraron juntos en una imagen que recorrió el mundo. Y también hubo muestras de efecto entre fanas de Estudiantes y Gimnasia, de Rosario Central y Newell’s. Esa zurda nunca parará de dibujar milagros, postales impresionantes, como aquel gol eterno frente a los ingleses.
Desde la madrugada, miles y miles de maradonianos se acercaron a la Casa Rosada para poder despedirse de Diego, en un momento tan efímero como eterno: no podían detenerse frente al cajón, sólo pasar caminando, sin frenar, gritando lo que les saliera, llorando todo lo que necesitaran y regalando lo que desearan. Y así fue el adiós. En esa despedida hubo camisetas de todos los colores, claro. Las de Boca al por mayor, como las de la Selección. Muchas de Argentinos, Gimnasia, Newell’s, también de equipos del Ascenso, banderas con los colores de Nueva Chicago... Y de River, por supuesto. Porque Maradona es más que un club; Maradona es el fútbol en su totalidad. Por eso, hinchas del Xeneize y del Millonario no dudaron en abrazarse y llorar juntos, sin consuelo. Esa foto se hizo viral, emocionó hasta los huesos y explotó en el planeta.
Diego siempre fue chicanero con River, pero tenía varios amigos de La Banda. Por ejemplo, Enzo Francescoli y el Muñeco Gallardo, quienes pasaron ayer por la Casa de Gobierno. Lógicamente dentro de la cancha cada uno defendió su camiseta, pero los ídolos de los clubes más grandes siempre mantuvieron una muy buena relación. Y esa maravilla de hace años, ayer se vio reflejada otra vez en la Plaza de Mayo. No eran Maradona y el Enzo en la despedida del 2001. No eran el Diego y el Muñeco en el partido entre Gimnasia y el Millo de la pasada Superliga. Eran dos hinchas, eran el pueblo que ama y amará por siempre a Diego. Un hombre canoso, con la de Boca en la piel. Un pibe más joven, de otra generación, fundidos en un abrazo que nadie quería que terminara. Y con dos componentes comunes: el triste sentimiento y las lágrimas. Maradona también era así. Picanteaba a las Gallinas pero cuidaba a sus amigos.
Y si la imagen de River y Boca fundidos en la camiseta número 10 argentina no alcanza como muestra, se puede tomar la buena onda entre dos pibes de los rivales platenses. Mientras hacían la fila para entrar a despedir al mejor de todos los tiempos, un hincha de Gimnasia y otro de Estudiantes hicieron la amistad en la espera. Charlaron un rato largo y hasta posaron para la foto con la mejor sonrisa, a pesar de la tristeza. Y también hubo muestras de afecto entre fanas de Central y Newell’s, otro de los clubes donde jugó Pelusa. Todos juntos, mezclando llanto con recuerdos. Todos del mismo lado, sin chicanas.
Diego era un jugador sin colores. De pibe iba a ver a Independiente pero después fue fana de Boca. Siempre chicaneó a River aunque no mezclaba eso con sus amistades. Y la foto de ayer en la Plaza de Mayo refleja tal sentimiento. Dos generaciones unidas, con la azul y amarilla y la blanca y roja, fundidos en un abrazo, sentimental como desolador. Y el llanto como bandera.