LA AFA NO COMPARTE EL PODER

Papá Noel puso en el arbolito de Marcelo Tinelli una carta-bomba. Horas antes de la Nochebuena, la mitad más uno de los clubes de Primera le pidieron una reunión para echarlo de la presidencia de la Liga Profesional. Él preanuncia resistencia y quiere patear el tema para el 11 de enero. Le cargan no haber mejorado los ingresos de los clubes en la comercialización de derechos de TV y demás plataformas, y descuidar sus funciones por otras actividades. Él les ha dado flancos: su condición de productor y showman de la tele lo hizo tener una presencia cada vez menor en la liga.

Pero en el trasfondo del golpe palaciego no podemos olvidar que a la dirigencia histórica de la AFA nunca le gustó la llegada al fútbol de un tipo popular y poderoso. Fue mirado como un advenedizo, que juega su propio partido para llegar quién sabe hasta dónde, y a quien los poderes políticos de turno en algún momento veían como figura posible para desbancar a Claudio Tapia.

La AFA, Tapia y su mesa chica, le dio la bienvenida a la arena de esta pelea el día que le tiró por la cabeza el 38 a 38 y le frustró la llegada por elecciones al sillón de Julio Grondona. Después acompañaron los vientos de cada momento, consintiendo armar una Superliga “autónoma” (a cargo de gente que respondería a Tinelli), pero la erosionaron hasta eliminarla. La AFA jamás quiso compartir el poder. Cuando cedió la organización de los torneos, se quedó con el manejo de árbitros, Tribunal y la primera división del Ascenso. No perdió nada de eso cuando cambió Superliga por LPF. Va ahora por el control de programaciones y del“cumplimiento” de presupuestos y deudas de los clubes, y por el dominio del negocio: venta de derechos y reparto de la plata. La AFA de Grondona manejaba a los clubes con una distribución casi discrecional del dinero: cuánto, cuándo, a quiénes.

Les falta sacar a Tinelli de la cancha.

TINELLI SIEMPRE FUE VISTO COMO UN INTRUSO.