Olé

DEVOTOS DEL DIEGO

Olé recorrió la casa de Devoto que el Diez les regaló a sus papás y que abrió sus puertas para este Mundial: ¡fueron 500 hinchas! De casi ser demolida a ser hoy un altar maradonian­o... ¿Quién es el dueño?

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El empedrado les da mística a las coquetas casas y, aunque ahí nomás está la concurrida Avenida Beiró o la superpobla­da General Paz, casi no se escuchan ruidos. Ese es el escenario habitual de esa zona de Devoto que, en los últimos días, cambió drásticame­nte cuando jugó Argentina. Es que la gente concurrió a esa casona ubicada en José Luis Cantilo al 4500 que supo ser de la familia Maradona, para vibrar con la Scaloneta. Olé se paseó por esos 1.200 metros cuadrados que fueron uno de los bunkers del astro y sus seres queridos y que hoy es casi un altar de los maradonian­os...

La casa, de imponente frente con ladrillos a la vista y dos pisos, abrió sus puertas sin previo aviso el día del partido contra Polonia, y más de 500 personas pudieron recorrerla, mirar a Messi y compañía en una pantalla gigante ubicada en el jardín e incluso, los más osados, hasta darse un chapuzón en la pileta.

La historia maradonian­a de la propiedad comenzó en 1981, cuando Boca le compró a Argentinos el pase de Diego y el Diez pudo cumplir el sueño del pibe. Sí, aquel que soltó de Cebollita, de jugar un Mundial y salir campeón, era el anhelo de un joven que quería alcanzar lo máximo en su carrera como futbolista. Pero lo que deseaba con el corazón era poder ayudar a los suyos y por eso lo primero que hizo cuando juntó unos mangos fue comprarles esa casa a sus papás, Chitoro y Doña Tota.

Hasta ese entonces, todos vivían en La Paternal, en el hogar de la calle Lascano al 2200 que el Bicho le había regalado a Diego cuando cumplió 18. La mudanza a Devoto también la hizo el astro ya que, junto a Claudia, vivió ahí durante un año, hasta que compraron el famoso piso de Segurola y Habana.

Con el tiempo, la casa de Cantilo siempre fue el gran hogar familiar: ahí se realizaban las juntadas de cumpleaños o se organizaba­n los festejos de Navidad y Año Nuevo. También era habitual que Diego pasara los veranos en esa vivienda, disfrutand­o de la pileta. Una casa full Maradona que, durante muchos años, supo contener en la pequeña ermita que se ubica en los canteros del frente, a la Virgen que lo acompañó en sus años de gloria en Nápoles. También allí, claro, había camisetas, trofeos y fotos varias de su carrera... Incluso, en aquellos dorados 80, los pibes del barrio solían ir a golpear la puerta porque sabían que algún miembro de la familia saldría para darles esas estampitas firmadas por Diego que siempre tenían listas para tales ocasiones. Algo de eso se vivió días atrás, cuando el equipo de Scaloni enfrentó a Polonia y los nuevos dueños abrieron las puertas.

Como cuando los vecinos se juntaron a festejar la vuelta Olímpica en el Azteca o a celebrar los penales ante Italia en el 90, la cuadra volvió a alterarse en el cruce contra Australia... Aunque no se pudo entrar, la gente se quedó ahí. “Y al Diego, en el cielo lo podemos ver, con Don Diego y con la Tota, alentando a Lionel”, aún se lee la frase de uno de los hits de la Scaloneta en el pasacalle que está justo en la puerta.

Hubo malas también: en 2014, la planta baja sufrió un grave incendio que destruyó mucho de la estructura y lo que había adentro, como el Balón de Oro del año 1985 con el que France Football había galardonad­o a Diego. Más acá, a fines del 2021, la casa fue subastada con un precio base de u$s900.000, pero no hubo comprador. En abril de este año se habían comenzado los trámites para demolerla, con el objetivo de construir un pequeño edificio. Sin embargo, fanas del Diez juntaron el dinero, ofertaron e impidieron que eso pasara.

No quieren dar sus nombres, prefieren el anonimato, pero aseguran que mantendrán el espíritu maradonian­o. Por eso abrieron las puertas, por eso analizan qué hacer en las próximas citas de la Selección; mientras trabajan en distintas ideas para que, en un futuro no muy lejano, la casa se pueda visitar, incluso pensando en los que menos tienen, como haría Diego: pretenden invitar a chicos de colegios y clubes de barrio a conocerla.

Entre esas paredes vivió el amor más íntimo de los Maradona y ahora vive el amor de todos por Diego. “Si ya encontrast­e la paz que nosotros te robamos, volvé que acá todos te extrañamos”, reza otro trapo que quedó en el jardín. Lo que fue el sueño del pibe, hoy con el otro 10 en Medio Oriente, es el sueño de todos.

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HINCHAS PUSIERON EL PASACALLE EN LA CASA DE LA CALLE CANTILO EL DÍA DE ARGENTINA-POLONIA.
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CUANDO YA VIVÍA EN SEGUROLA Y HABANA, DIEGO PASABA LOS VERANOS EN ESTA CASONA.
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EL DIEZ VIVIÓ UN AÑO Y LES DIO EL LUGAR A DON DIEGO Y DOÑA TOTA.
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