Olé

LA FORMA EN QUE SE REPUSO EL EQUIPO MARCA SU FORTALEZA.

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para la historia, lo merecían.

La forma en la que la Selección otra vez se repuso de un golpazo, de esos dos goles de Weghorst, el primero a falta de siete minutos y el segundo en último aliento, marcan la fortaleza espiritual de este equipo, por qué hay razones para seguir creyendo en estos jugadores. Porque no se dan por vencidos ni aun vencidos, porque es un equipo en todo sentido. Un equipo todo, de atrás para adelante y de adelante para atrás. Solidario, comprometi­do, conmovedor desde la entrega. Todos ponen, todos van al límite y más allá (lo de Paredes en el final del partido), todos se sacrifican. Desde Julián, que terminó casi de lateral, pasando por Alexis y llegando al corazón de De Paul, que terminó en una pierna. Y qué decir de Leo, de este Leo genial de toda genialidad, que fue a todas, que nunca se rindió, que fue por más hasta el final y que pateó dos penales, el del 2 a 0 parcial y el de la definición, con una calidad exquisita. Verlo así, en su máxima expresión, luchando contra todos y para todos, en modo

Diego Armando hasta en el tono de sus declaracio­nes picantes con los rivales, ilusiona el triple.

Es cierto que al equipo esta vez le faltó más juego, que dependió de los arranques de Messi, explosivo como en sus mejores tiempos. Y que falló en el juego aéreo y también en esa última jugada preparada de Países Bajos. Pero qué va... Le sobró alma, corazón y sobre todo resto para ir a buscar lo que era suyo, con las piernas cansadas, pero con el orgullo herido. Lo metió en un arco a su rival, lo sometió en el final a un fuego cruzado de atajadas, rebotes y hasta un tiro en el palo. Y después, se lo ganó igual por penales.

La ronda de abrazos del final también es un reflejo de por qué Argentina está donde está, porque tras un arranque difícil ya cumpli

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