FUE SU PENA MÁXIMA
Neymar terminó llorando por la eliminación de Brasil. Hubo críticas porque no pateó penales, aunque el DT explicó que le tocaba el quinto. Un golpe durísimo...
De la alegría a la tristeza más profunda no hay escalas. Lo tiene el fútbol. Casi lo padece la Selección, pero salió a flote. Y lo sufrió Brasil nomás, que no será rival de Argentina en las semis del Mundial. Neymar parecía que tenía el traje de héroe, porque había hecho un golazo ya en tiempo extra para romper el muro croata y poner el esperado 1-0. Quizá por esto terminó siendo el más golpeado. Había parecido con una doble pared y definición tras gambetear al arquero. El golpe para el delantero del Paris Saint Germain, como símbolo de la Verdeamarela, resultó muy fuerte. Más que en sus compañeros, porque fue el primero en lagrimear, como tras la final de la Copa América perdida ante Argentina, el 10 de julio de 2021. Y encima, porque no tuvo la chance de patear su penal, el quinto, porque los de Tite no pudieron llegar al definitivo. Lo tuvo que explicar el propio entrenador, porque hubo un mar de críticas por la ausencia del astro en la tanda de penales. De algo tenía que agarrarse...
El primero en consolarlo
fue su amigo Dani Alves, el lateral derecho es el futbolista con mayor antigüedad en la selección. Con el 10 derrumbado en el césped, fue rápido a saludarlo y a abrazarlo. A protegerlo como si fuera un padre. Aunque para el jugador de Pumas también hubo impacto. Por su edad, 39 años, ya no tendrá oportunidades de ser campeón del mundo con su selección. Brasil estuvo tan cerca como el 10, que sigue con su deuda en la selección. Encima, alcanzó el récord personal más amargo que jamás imaginó: llegó a los 77 goles, como Pelé, para ser el máximo artillero brasileño represetando a su selección. Quedará en los libros de historia, pero en uno de los partidos más dolorosos de su carrera, vaya paradoja del fútbol.
Las críticas del pueblo de Brasil no fueron particularmente para el 10, que fue uno de los mejores y el autor del gol. Pero en ese llanto quedó demostrado que tomó el fracaso como propio. Porque a Brasil le duele, porque se sentía campeón y contando estrellas...