Olé

A Tagliafico le tocó reemplazar a Acuña, suspendido por amarillas, y jugó un partidazo. Entregó mucha solidez en la marca, corrió muchísimo y dejó el alma en cada duelo. “Vamos a darlo todo, queremos llevar la Copa”, soño Nico.

- NICOLÁS MONTALÁ nmontala@ ole.com.ar

Mario Pasalic no pasó por ese sector. Nunca. No pasó porque Nicolás Tagliafico, el reemplazan­te de Marcos Acuña, suspendido por dos amarillas, le cerró el camino. El lateral izquierdo lo jugó con el alma. Le puso todo a ese costado para darle seguridad. Marcó, Luchó

con los dientes bien apretados. Prolijo con la pelota, cuando pudo se mandó al ataque con criterio. Nico jugó un partidazo dentro de una noche histórica. Para él. Para sus compañeros. Para el pueblo argentino que saborea otra final del Mundo. Que volvió a explotar, exultante, en cada hogar, cada esquina, cada plaza, cada parque.

“Me acordé de la familia. De los argentinos que vienen acá. Estamos en la otra parte del mundo y parece que hay más argentinos que en la Argentina. Es una locura esto. Estoy muy feliz de haber logrado este resultado. La manera es clave. Nos da la tranquilid­ad de saber que lo estamos dando todo. Pase lo que pase, este equipo no te va a dejar a gamba”, exterioriz­ó el defensor del Lyon de Francia, de los puntos más altos ante el elenco europeo.

Como bien dijo Nico, esta Selección no te deja varado. Tras aquel paso en falso en el debut mundialist­a contra Arabia Saudita, la Argentina tomó un vuelo tal que hoy está ahí nomás de acariciar la gloria. Por su convicción, su corazón, su espíritu guerrero. Por tener a su mejor Messi, el mejor de todos en el planeta. Y por los lazos internos: “Cuando un grupo está fortalecid­o y unido, los que no tienen demasiados minutos jugarán igual o mejor. Entran jugadores que te dan aire, un plus. Eso es lo mejor que hay. Todos tiramos para el mismo lado. Nosotros seguimos cumpliendo objetivos. Vamos por un sueño”.

Un privilegia­do fue Nico, como el resto de sus nueve compañeros, por poder observar desde el llano esa creación de Messi, a puro amago y desborde, previa asistencia a Julián Álvarez para sellar el 3-0 definitivo. “Cuando lo ves hacer las cosas que hizo en el tercer gol, te dan ganas de seguir corriendo, ayudando empujando. El contagio es recíproco. Cuando uno corre, el otro lo va a ayudar. No somos sólo 11: somos 26 y muchos más que estamos aun paso de la gloria”. Eso, la gloria. Poco falta para conseguirl­a: “Vamos a darlo todo como hasta ahora. Queremos llevar la Copa”. A soñar.

EL DEFENSOR CERRÓ LOS CAMINOS POR SU SECTOR. MUY FIRME.

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EL LATERAL DEL LYON FUE IMPASABLE DE ABAJO Y DE ARRIBA. SIN FISURAS SU TRABAJO.

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