Olé

EVITAR QUE SE RAJE LA COPA

- MARTÍN BLOTTO mblotto@ ole.com.ar

River ya cambió el chip y puso su dispositiv­o físico y mental en la Copa Libertador­es inmediatam­ente después del triunfo ante Platense. Pero lo que necesita el equipo de Demichelis para encarar el decisivo partido del jueves ante Sporting Cristal en Lima es resetear su disco rígido y reforzar sus defensas para evitar filtracion­es que pueden dañar seriamente su sistema operativo que ya ha dado varias señales de alerta.

La línea de fondo ha resultado poco menos que un karma para el entrenador de River y la evidencia quedó demostrada justamente en los tres partidos de la fase de grupos de la Copa: recibió tres goles en La Paz ante The Stongest, dos en el Monumental contra Sporting y cinco frente a Fluminense en Río. Un contraste muy marcado a lo que sucedió en la LPF, donde Armani sumó ocho fechas consecutiv­as con la valla invicta (desde la derrota ante Arsenal hasta el gol de Atlético Tucumán). Ese período, potenciado por ocho triunfos al hilo, coincidió con la repetición de la defensa que más utilizó Demichelis en el año: Casco, González Pirez, Paulo Díaz y Enzo Díaz (siete veces en la liga y en la única victoria en la Libertador­es, vs. Cristal). Porque las lesiones, suspension­es y bajos niveles generaron que el DT pusiera 13 fondos diferentes en los 22 partidos oficiales.

De todos modos, se trata de una fragilidad más estructura­l que de una línea en particular de River. De desconcent­raciones en los duelos individual­es, tanto en las pelotas paradas (ante Platense reincidió en esa falencia) como para cubrir espacios en el retroceso. De limitacion­es en la coordinaci­ón de movimiento­s y el timming para marcar. De salidas forzadas con pelota al piso que se pagan caro (el domingo le pasó a Armani lo que ya habían sufrido Enzo Díaz, Pirez y Herrera, por caso). De una zona del mediocampo que queda desprotegi­da con el equipo en posición de ataque: los costados y la espalda de Enzopé, incluso en compañía de Aliendro, son demasiado amplios para ser ocupados con el adelantami­ento de los centrales o el regreso de los laterales. Y, lo más grave, reiteradas pérdidas de posesión por imprecisio­nes en los pases.

El deté y los jugadores tienen el desafío de demostrar en Lima que aprendiero­n la lección de Copa en la primera ronda del grupo D. River necesita seguridad, solidez, equilibrio y orden para empezar a caminar con firmeza y recuperar la mística del ciclo Gallardo. Volver a ser uno de los rivales más temidos de Sudamérica y no padecer el temor a sus propios errores.

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