Olé

SU OTRA SELECCIÓN

- SIGUE

ros del grupo.

Cando Alejo habla de ir tildando metas, lo hace con conocimien­to de causa: su vida fue una demostraci­ón de progreso constante. Nacido en Bernardo de Irigoyen, un pueblito de 2.000 habitantes ubicado a una hora en auto de Santa Fe capital, de muy peque debió mudarse a Gödeken, donde su papá Carlos, albañil, había conseguido un trabajo. Y allí, a 180 kilómetros de Rosario, empezó a disfrutar en simultáneo de sus dos pasiones: el fútbol y el folclore.

Mientras jugaba en los Cebollitas locales, Véliz comenzó a tomar clases de danza en la Academia Folclórica Comunal de Gödeken, un espacio cultural donde fue guiado por la profesora Flavia Villalba, con quien se continúa mensajeand­o. Al momento de elegir, se inclinó por el Malambo, una danza sureña, mientras que su hermano mayor Sebastián -hoy volcado a la política en La Riojaeligi­ó coreografí­as más estilizada­s.

A Véliz, los goles y las mudanzas de Malambo le salen naturales. Ya de regreso en Bernardo de Irigoyen, adonde volvió cuando tenía seis años, siguió progresand­o en la agrupación folclórica Tradición Gaucha. Yaquelín y Germán, pareja con experienci­a en las pistas, fueron sus tutores de la danza. Y vieron en él un talento innato: solía viajar con ellos para desplegar su destreza coreográfi­ca en localidade­s vecinas, traslados que Alejo - como sus amigos- costearon vendiendo rifas.

Siendo muy pequeño, de hecho, probó que tendría futuro de selección: con diez añitos, nomás, representó al combinado de Santa Fe en el Festival de Cosquín, en la categoría Malambo Solista. Y fue campeón nacional. Sin embargo, a los 16 años Véliz debió tomar una decisión: fútbol o baile. Y lo segundo quedó sólo para el ámbito familiar: cuando su primo Damián interpreta en las fies

tas a Los Nocheros y a Jorge Rojas, él suelta los pies junto a Sebastián, haciendo sonreir a Andrea, a la tía Marcela y a sus pilares:

Su mamá Andrea y Fernando, su hermano mayor, puntales de la historia de Alejo Véliz en el fútbol, lo mismo que sus abuelos maternos, Cata y Heraldo. Su mamá tenía varios trabajos para poder solventar la aventura de Véliz en el fútbol, y gracias al esfuerzo de toda la familia, el delantero está cumpliendo su sueño.

los abuelos maternos Cata y Heraldo.

Porque fueron ellos los que colaboraro­n con Andrea para costear con esfuerzo los sueños del pibe que en Unión Deportiva y Cultural -de arranque- mutaba de puestos: jugó de 5, de 9 y hasta de arquero, lo que derivó en que mamá se plantara ante los distintos entrenador­es para que dejaran de moverlo. “Yo discutía”, le reconoce a Olé, orgullosa del pequeño. “Acá en el pueblo barrí calles, trabajé para la comuna… Todo lo que yo ganaba y sacaba era para Alejo, para que pudiera seguir su carrera. Y ahora él me está dando la mejor alegría”, cuenta mamá, quien agrega que “mis viejos estuvieron siempre al pie del cañón. Yo laburaba en la comuna y lo poco que sacaba era para Alejo, para llevarlo a las prácticas, como cuando se fue a probar a Colón: teníamos que viajar todos los días. Y a mí la plata no me alcanzaba. Entonces sus abuelos lo llevaban: arrancaban temprano y volvían a la una o dos de la mañana. Y al día siguiente, otra vez. Así estuvimos un año. Entonces dijo “hasta acá llegué”.

Véliz siguió su carrera en Unión Deportiva hasta que a los 16 se probó en Central. Y quedó. Todo era felicidad. Sin embargo, al poco tiempo vino la pandemia, lo que lo forzó a entrenarse a la distancia y en soledad, pesarse todos los lunes para demostrar que estaba cumpliendo con los requerimie­ntos… Pero cuando las restriccio­nes aflojaron, otro obstáculo: como habían cambiado los directores técnicos, debió volver a testearse.

Sin embargo, Alejo volvió a hacerlo. Quedó. Debutó en Reserva, primero, y en Primera, después. Hasta alcanzar su cenit: es el jugador argentino Sub 20 con más goles en el año, marcó siete en los últimos diez partidos y dos para la Argentina. Que lo ve y lo saluda. Lo venera. Es el Gauchito Gol.

SE APOYA MUCHO EN LOS CONSEJOS DE MARCO RUBEN.

“ME LLORÉ TODO. AÚN NO CAEMOS EN LO QUE VIVE. ESTÁ CONTENTO, EMOCIONADO”.

“TODO LO QUE YO GANABA ERA PARA SU SUEÑO. ESTO ME DA UNA ALEGRÍA...”.

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