Olé

QUINTETO CAMPEÓN

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“fin de todo, otra vez la misma película”. Pero el partido recién empezaba, íbamos 0-7 y esos primeros 20 segundos me bloqueo, y cuando el equipo defiende una pelota, ahí me di cuenta y dije “esto lo podemos dar vuelta”. Y fue empezar a pensar qué podía hacer y ahí es donde hago un cambio y después una modificaci­ón táctica y ganamos el bronce. Lo trabajé durante muchos años el enojo, la frustració­n, no tomar ninguna decisión durante el enojo, calmarnos, volver en sí, al eje. Lo mismo trabajamos los chicos.

-Vas a cumplir diez años en el puesto, debés ser el DT nacional con más tiempo en su equipo. ¿Cómo se logra?

-El éxito es el proceso. Tenés como exámenes y vas midiendo. Como lo mido en un entrenamie­nto. Por decir y exagerarte: de 10 pelotas se caen siete, si a la semana se siguen cayendo siete o son ocho, hay algo que estamos haciendo mal. Yo hice un cambio de 180° post Río, pero de Río a esta parte mantuve el rumbo, más, menos, girando un poquito. La idea es tener un proceso exitoso y en eso la Unión Argentina apoyaba. Obviamente que vas a soportar críticas, pero la Unión sabía de este proceso y lo que yo venía trabajando y confió en mí, en mi trabajo y eso es un poco lo que lo que está bueno para mostrar hoy.

-¿Qué objetivos se plantean ahora? ¿Seguís hasta los Juegos?

-Voy año a año. Todavía no sé si sigo el que viene, pero mi objetivo del proyecto son ocho años, que terminaría­n en París 2024. Y vengo cumpliendo los objetivos que me había planteado en el 2016 en cuanto a resultados numéricos de temporada y en cuanto a resultados de jugadores y estructura­s y todo lo demás. Después, queremos cambiarle el color a la medalla de Tokio, este ese es el principal objetivo.

-¿Hace falta un torneo acá, como los de Mar del Plata del 2000 al 2002? -Es otro de mis sueños. Nosotros competimos veintipico de años afuera y muy lejos de casa, con unos horarios totalmente opuestos. Y es lindo jugar delante de nuestra gente, por eso invitamos muchas veces acá a Casa Pumas a clubes o amigos o a familias que vengan a ver, a conocernos, porque también necesitamo­s ese cariño, más allá de las redes. Pero sentirlo en persona también es muy lindo. En las pretempora­das de Pinamar, por ejemplo, nos pasó que no había nadie, y ahora este último año había 300 personas al costado y aplaudían las jugadas de entrenamie­nto.

Esa gente estaba de vacaciones, pero no en la playa, sino viendo a 14 tipos correr. Así que veremos si vuelve un torneo a la Argentina, sería un anhelo, un sueño. -Vos eras uno de los jugadores durante esa Pumamanía con Pichot y Cía. -Fue un buen recuerdo- Para mí, que hacía dos días estaba jugando en el club (Lomas) y hacía dos años estaba jugando en juveniles, estar ahí jugando con Agustín en Mar de Plata, la gente en la puerta del hotel… Fue la primera vez que me sentí de esa manera y es un recuerdo único, increíble, que con los chicos a veces lo charlamos. A ellos les encantaría.

-¿Cómo es la estructura hoy de jugadores de seven?

-Cuando yo agarré este equipo no había estructura ni de equipo ni entrenador­es ni staff. Y ése es un poco el entorno que fui creando, cambios paulatinos en el tiempo, generar un entorno para que el chico se pueda dedicar cada vez más. Ahora nosotros tenemos 24 jugadores repartidos en distintas Academias del país, aunque la mayoría está en la de Buenos Aires. El pro

Julián Ferraris (fisio), Juan M. Galarraga (PF), G. Cora, Tomás Romero (manager) y Leonardo Gravano (DT), el staff campeón de la última etapa, el domingo en Twickenham, Inglaterra. “Le copamos la isla al rey”, dijo Gómez Cora, con la copa. yecto de buscar más jugadores siempre es constante para que no sea tan grande el salto de los clubes al selecciona­do. Para que cuando les toque, estar lo más preparados posible y que no se sienta tanto esa diferencia entre un titular o alguien que estuvo viajando contra alguien que estuvo acá jugando en clubes.

-¿Cómo se elige un jugador de seven? -Ya dejamos de recibir ese jugador distinto que llamaba la atención, sino buscamos por métrica, ahí es donde fue el gran cambio este equipo. Después, desde ya, tienen que ser buenas personas y todo lo que familia necesita. Nosotros hablamos de individuos que, mediante una conexión, arman un grupo. Y mediante el trabajo armás un equipo, y ese equipo se propone un sueño que lo trazamos como objetivo. Y a partir de ahí está el día a día para ir cumpliendo los objetivos del corto, mediano y largo plazo para llegar al sueño.

-Ampliame lo de la métrica.

-Es buscar tamaño y velocidad. No nos conformamo­s con la locura y la pasión. Queremos tamaños. Entonces empezamos a buscar por métrica, hemos encontrado chicos en Intermedia­s o en clubes no muy populares, por así decirte el caso de Matías Osadczuk, que venía de Sitas con 18 años. Cuando vi esa altura y esa velocidad me encantó, y a partir de ahí empezamos a incorporar jugadores de esa manera. No me digas si juega bien, la parte cualitativ­a no me interesa, después la vemos, primero me interesa mucho la parte cuantitati­va, la métrica de ese chico de más de 1,85 y que pueda correr arriba de los 33km/h. -Es un trabajo bastante complejo… -Empezamos a buscar estos jugadores por métrica desde los 16 años. El Enard nos ayudó muchísimo para buscar por percentil de crecimient­o. Y hasta empezamos a buscar la medida de los padres, te puedo decir cuánto miden los padres de Lucio Cinti, de todos esos jugadores. Siempre les pregunto: ¿tu papá, cuánto mide? Y se ríen. Te mido la muñeca, te pido las medidas de tus padres y un montón de informació­n que el Cenard nos ayudó, no sólo por lo económico, sino nos dio una estructura de conocimien­to de desarrollo de deportista­s y ahí empezamos a selecciona­r jugadores. Tenemos números de todos los atletas, más de 100.000, de las camadas 2000, 2001. En base a eso empezamos a buscar nuestros perfiles y dimos con jugadores de todo el país, de todos los deportes. Ahí es donde yo agarro la primera herramient­a, no me interesa si juega bien al rugby, porque yo no lo puedo hacer ni más alto ni más rápido, sí enseñarle las destrezas del juego, pasar la pelota. Pero no le puedo decir crece más, dale.

-Vos, con 1,78, no te elegirías… -Jajaja. Es que hay un cuarto factor, el Factor X, con lo que también te llama la atención. Rápido, habilidoso, alto, fuerte. Yo, en 10 años nunca limpié un ruck, tackleaba porque no me quedaba otra. Y me entrenaban en la plaza, pasando seis carreras de 60 metros, y hoy los chicos tienen un GPS en la ropa, alguien que les dice para dónde ir, nutrición… Yo comía panchos y ni sabía qué era la nutrición. Me iba al gimnasio a tirar un poquito de pecho, nada más. Y tenía un entrenador que nos decía que teníamos que atacar donde estaban los forwards y que el resto lo resolviéra­mos nosotros. Y eso es todo lo que yo no quería como entrenador. Quizá me elegiría por ese Factor X de la velocidad, pero le hubiese dado herramient­as a ese Santiago jugador para que fuera un poco más valiente y limpiara rucks, que no pasa nada.

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