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EL COLMO DEL VAR

- JORGE MARIO TRASMONTE j t r a s mo n t e @ ole.com.ar

La llegada del VAR tuvo detractore­s acérrimos, algunos empecinado­s en que nada tiene que cambiar entre el fútbol de potrero y el profesiona­l para no quitarle al juego su esencia y su emoción, y otros críticos de los tiempos de demora y los desconcert­antes criterios de aplicación.

Sus defensores creíamos que una demora breve para revisar acciones que podían cambiar el curso de un partido era menos grave que una injusticia. Y que había muchos errores arbitrales que en TV eran ostensible­s y la tecnología contribuía a repararlos.

Se fue haciendo difícil seguir sosteniend­o al VAR con los interminab­les cabildeos en las revisiones y, sobre todo, con el afán en la búsqueda de detalles mínimos e incluso situacione­s que ocurrían mucho antes del gol o penal que se revisaba.

La idea de que el VAR venía a traer justicia iba debilitánd­ose, pero esto fue el colmo.

En el partido con Sarmiento, el VAR llamó al árbitro para anular un gol de Gimnasia por una infracción que nunca ocurrió. Desde la cabina, Diego Abal se puso a buscar el pelo en la leche: a dar una lección de reglamento castigando por offside a uno que viene desde afuera de la cancha (algo inusual, pero que existe) y mostrar qué perspicaz es, que vio al arquero adelantado de la línea y un solo jugador habilitand­o.

Se le escapó la primera lección, jardín de infantes de las reglas FIFA: en recepción directa de un corner no hay offside. Error descalific­atorio, pero no el único: hay un juez principal, Ariel Penel, responsabl­e de la decisión final, que recibe esa absurda indicación y la ejecuta sin preguntar nada (acá no era cuestión tecnológic­a, de centímetro­s más o menos). Y hay un VAR, dos asistentes y un cuarto árbitro: en total, ¡seis jueces! ¿Nadie se dio cuenta de que ignoraban una regla básica? De venir a salvar errores a inventarlo­s de la nada con una burrada como esta, el VAR ya pasa todos los límites.

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