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EL DOBLE MÉRITO QUE LOGRÓ QUINTEROS

- VICENTE MUGLIA v mu g l i a @ ole.com.ar

Son 223 kilómetros los que separan a San Nicolás de Los Arroyos, sede de la semifinal Vélez-argentinos, con Cafferatta, la localidad santafesin­a en la que viven menos de 2.000 habitantes. Gustavo Quinteros, por estas horas, es su ciudadano más ilustre. Nacido hace 58 años en dicho pueblo, el actual DT logró llevar al club de Liniers a la final de la Copa de la Liga del fútbol argentino.

Siempre de perfil súper bajo, el fútbol lo llevó por distintas partes del mundo. Jugó y dirigió tan poco en la Argentina que esa circunstan­cia, sumada a que luego se nacionaliz­ó boliviano, hicieron que muchos se confundier­an o tuvieran dudas sobre su nacionalid­ad. Pero pese a haber representa­do a la selección de Bolivia incluso en el Mundial 1994, Quinteros es argentino. Así lo confirma su actual foto de perfil de Whatsapp, donde se lo ve con la camiseta argentina puesta, rodeado por sus seres queridos, en un estadio de Qatar en el último Mundial. Sí, como un hincha más.

Desconocid­o para una parte del fútbol argentino, se lo puede definir como un auténtico trotamundo­s. Entre su carrera de jugador y de entrenador deambuló por siete países: Argentina, Bolivia, Ecuador, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Chile y México. Y además de dirigir a 11 clubes en su carrera, también se sentó en el banco de dos seleccione­s: Bolivia (2011-12) y Ecuador (2015-17). Tan mal no le fue... Lleva 12 vueltas olímpicas en su carrera como DT. Y ahora va por su primer grito de campeón en la Argentina. Como DT, claro, porque ya tiene un festejo en nuestro país: integró el plantel de San Lorenzo campeón del Clausura 95, aquel equipo del Bambino Veira que se consagró en la última fecha ante Rosario Central.

En esta campaña, su labor tiene un doble mérito: la recuperaci­ón futbolísti­ca luego de haber caído 5-0 con River en la tercera fecha y el manejo interno tras el cimbronazo que significó la denuncia por abuso sexual a cuatro jugadores (Sebastián Sosa, Braian Cufré, Abiel Osorio y José Florentín).

En lo que tiene que ver con lo que sucede dentro de la cancha, el Fortín fue el equipo que más puntos sumó en el torneo desde aquella dura goleada en contra en el Monumental. Había perdido los tres primeros partidos del ciclo y Quinteros parecía empezar a tambalear cuando llegó la resurrecci­ón. Vélez mejoró en el juego y esa racha le alcanzó para entrar cuarto en el grupo A. En cuartos eliminó a Godoy Cruz, el primero del grupo B, y en semis dejó en el camino a Argentinos, el segundo del grupo A.

“Cambiamos la mentalidad. Estamos jugando bien, encontránd­onos con el nuevo sistema. Si nos generan, es generalmen­te de pelota parada. Estamos juntos y superamos las adversidad­es”, había dicho en plena Copa. Lo del sistema táctico es en referencia al 4-2-3-1 que tan buen resultado le dio.

Sobre lo extrafutbo­lístico, con los cuatro jugadores denunciado­s separados del plantel, fue claro: “Me enfoqué mucho en la parte deportiva. Hemos tratado de separar esta lamentable situación que ha sucedido para que no perjudique lo futbolísti­co. Y fue así. Yo creo que el grupo es fuerte. Pudimos convencer a los jugadores que lo que ha sucedido no tiene que afectarnos en lo deportivo”.

Tras el pase a la final, afirmó que Vélez no se achica ante Estudiante­s o Boca, que jugarán el martes para definir al otro finalista. “Estos jugadores están preparados para competir y yo no les resto posibilida­des ante el rival que nos toque para la final. Estoy con mucha confianza de que estos chicos van a dejar todo y van a competir de igual a igual”, aseguró luego de abrazarse con Leandro Desábato, su primo y ayudante de campo, quien también nació en Cafferatta, ese pequeño pueblo santafesin­o que hoy vibra por su oriundo más famoso.

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