Olé

ES EL ROCK AND GOL

Ale Kurz, líder de El Bordo, cuenta su lado futbolero, a días de hacer vibrar el Luna Park por tercera vez: la lesión que casi lo deja sin guitarra, los asados con Aimar, el don de Gago para cantar y más.

- DIEGO PAULICH dpaulich@ ole.com.ar

Corría el 2001 y un país al borde de la ebullición no frenaba los sueños adolescent­es. Sin embargo, lo que sí casi se interpone en el destino de Ale Kurz fue el fútbol. Es que el vocalista y guitarrist­a de la bandita de rock de amigos que cada vez sonaba con más fuerzas, también era un “enganche de buen pie, pero algo lagunero”, tal como se define, y una patada de un rústico defensor le provocó la fractura de dos dedos de la mano izquierda, necesaria para tocar las notas: “Me operaron dos veces, me pusieron clavos y me los sacaron”. Y ahí llegó la sentencia que pudo cambiar el destino: “La guitarra no la vas a poder tocar más”, le dijo el médico. Por suerte erró el diagnóstic­o, aquella situación quedó como una anécdota y este sábado 18, El Bordo, su banda que hace rato dejó de ser bandita, celebrará sus 25 años en el Luna Park y segurament­e entre el público aparecerán algunos amigos del fútbol.

Unos años antes de aquel accidente futbolísti­co, la banda daba sus primeros pasos en el colegio secundario, ese lugar al que “se va a estudiar para ser alguien en la vida”, según un vetusto mandato social, más en una institució­n tan prestigios­a como el Carlos Pellegrini. Alejandro y sus amigos cumplieron con esa máxima, aunque a medias porque “era medio vago para estudiar” pero El Bordo tuvo allí su “prehistori­a” como él lo define cuando viaja en el tiempo. “En el 98 arrancamos a tocar y egresamos en el 2000. Al año siguiente empezamos a meterle más pila a la banda y sacamos el primer disco, que es más un demo: Carnaval de las heridas. Nos pusimos a ensayar más, a repartir volantes, a ir a recitales, empecé a componer mejor... Y salió el segundo disco, Un grito en el viento. Tocamos en Cemento y ahí ya venía gente, iban 400 o 500 personas, cantaban los temas, se subían a caballito”, recuerda.

El patio del colegio fue el lugar de encuentro, los actos sirvieron para tomar confianza con los escenarios y las juntadas de los fines de semana, con el jugo de uva de bajo costo en la previa de las jodas, lo que bautizó al grupo. El Bordo es, ni más ni menos, que el diminutivo de una vieja marca de vino en cartón. Solo para entendidos, y borrachos... Claro que el fútbol hoy es parte del pasado. “Era bastante bueno, jugué en Náutico Hacoaj y había buen nivel, hemos jugado contra las Inferiores de River y varios compañeros terminaron jugando el Torneo Argentino. La verdad es que el fútbol es una pasión, me encanta, pero hace rato que no juego por miedo a las lesiones”, suelta, dejando ver que aprendió la lección. Ahora, con 41 años, la pasión por la pelota la trasladó a las amistades. “Rorro, un amigazo de hace mucho, fue siempre el que hizo medio de nexo. Me hizo conocer a muchos de mis ídolos como Fer Gago, Pablito Aimar... Con algunos se generó una relación muy cercana, como el Chino Garcé con el que hablo constantem­ente. Y hace poco compartí un asado con Julián Álvarez y me tocó conocer a Fer Cavenaghi. ¡Todos cracks!”, detalla.

Sobran los asados y las anécdotas. “Gago se enganchó con El Bordo porque cuando se fue al Real Madrid, siendo muy chico, le pidió a un amigo que le mandara discos de bandas de acá... Varios años después de eso nos conocimos, comimos muchos asados y tengo en mi casa la 5 de la Selección firmada por él. Pero, además, Fer ha tenido gestos conmigo y con mi familia que no voy a olvidar nunca. Es una persona increíble”, relata sobre la relación con el hoy entrenador del Chivas de Guadalajar­a. Y le tira flores para el costado musical de aquel ex volante central de exquisita técnica: “Ojo que canta bastante afinado, eh”. Pero, sin dudas, para Kurz hubo algo que fue como un llamado a la Selección. “Varias veces fui a comer asado a la casa de Aimar. Pablito tiene frases de canciones por toda la casa. Un día vi que al lado de la parrilla había una mía, del estribillo de Insisto... Me morí, para mí fue algo muy fuerte. Pablo es otra persona increíble, que además tiene muchísima sensibilid­ad”, dice sobre uno de los ayudantes de esa Scaloneta que nos hizo felices a todos en Qatar.

Esto de jugar en Primera no es nuevo para la banda: luego de terminar el secundario, el crecimient­o fue a la velocidad de la luz. “Cuando tocamos en Obras, en 2006, yo tenía 23 años y todavía vivía con mis viejos, je. Éramos nenes que estábamos teniendo la aprobación de muchísima gente que le gustaba y se emocionaba con lo que hacíamos”, señala. En medio de eso, llegó otra locura: ser banda soporte nada menos que de los Guns N’ Roses. “Una locura, increíble... ¿Si los cruzamos? Lo vimos de re lejos a Axl Rose, je”. En el ámbito local hay otra cercanía: “Con los chicos de La Renga, Ricardo Mollo que vino a grabar un tema con nosotros, Skay que nos ha felicitado por una versión de un tema suyo que hicimos y le encantó... Son regalos que te da la música. Para nosotros es groso, porque los primeros temas que tocamos en vivo fueron El Revelde, el 38, Un ángel para tu soledad, El ojo blindado... Todos de ellos”.

El rock y el fútbol tienen más puntos en común de lo que se piensa. El camarín es el vestuario, el público es la hinchada con todas sus banderas y pasión, hay charla técnica, preparació­n mental y física… Y cábalas: “Siempre subo al escenario con el pie derecho”. Algo que hará este sábado, en el Luna Park, en un show que no será uno más porque festejarán los 25 años de El Bordo. “Es especial, creo que tiene que ver con una especie de retrospect­iva porque va a ser un show en el que vamos a recorrer toda nuestra carrera con la consigna de encontrarn­os, porque estamos pasando un momento difícil como país y las situacione­s de encuentros colectivos, como ir a la cancha o a un recital, son muy valiosos para el estado de ánimo de la gente. En el Luna se va a dar una comunión muy grande, se va a emocionar y nos va a hacer emocionar a nosotros. Siento que subirse a ese escenario va a ser como un trampolín de sensacione­s”. ¿Qué queda en el camino? “Podría considerar­me hecho por todo lo que viví, pero hacer un estadio abierto sería como ganar la Champions, je”.

“AL LADO DE SU PARRILLA, AIMAR TIENE UNA FRASE DE UN TEMA NUESTRO”.

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AIMAR ES UNO DE LOS AMIGOS DEL FÚTBOL QUE TIENE ALEJANDRO.
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ALE TOCANDO CON LA DE GAGO.

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