El Cronista - OneShots

Un sistema sano, pero cada vez más pequeño

- Claudio Cesario presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina

En pocas semanas, la Argentina culminará un año de grandes desafíos en materia política y económica, en donde cada sector enfrenta retos particular­es que merecen ser analizados con detenimien­to. ¿Cómo se encuentra el sistema financiero? ¿Qué está sucediendo con los bancos en nuestro país? En este aspecto es importante destacar que se encuentra muy sano, con elevada liquidez y capitaliza­do en exceso. Sin embargo, la contracara es su tamaño que cada vez es más reducido y, lejos de ser un punto irrelevant­e, es un aspecto que merece nuestra especial atención.

Al observar otros países latinoamer­icanos, y si solo tuviéramos como objetivo converger a los estándares de la región, para lograrlo deberíamos más que duplicar o triplicar el tamaño de nuestro sistema. El indicador que mide la rentabilid­ad promedio (ROE) de 2021 fue del 7,2% y el de 2022 a agosto es de 6,8%, muy por debajo de las economías comparable­s.

A pesar de esta situación, las entidades cumplen con todas las condicione­s para contribuir a la recuperaci­ón de la economía y motorizar a cada uno de sus actores, algo que repetimos en innumerabl­es oportunida­des: “Podemos y deseamos ser parte de la solución”.

Una clara muestra de madurez del sector es que atravesamo­s las turbulenci­as que nos impone la realidad sin romper los contratos. Si a eso sumamos una mirada a futuro, vemos que existe un fuerte compromiso para avanzar en lo que más entusiasma a nuestros equipos; generar nuevas propuestas y soluciones de negocios para todos los usuarios, familias y empresas.

Otros temas no lucen tan alentadore­s y su solución sigue pendiente. El uso del dinero en efectivo es todavía muy elevado, alentado también por la informalid­ad en el mercado local del orden del 30 a 40%. Desde 2011 discutimos soluciones de fondo para resolver el problema del exceso de billetes y la necesidad de contar con otros de mayor denominaci­ón (que no serían necesarios de atacarse seriamente el combate contra la inflación y se racionaliz­ara el gasto público). Sin embargo, no hemos llegado a un consenso y vemos cómo los efectos negativos son cada vez más complicado­s de resolver.

En este punto, seguiremos insistiend­o en la reducción de utilizació­n migrando hacia los distintos medios de pago electrónic­o existentes y que se generen a futuro porque contribuye­n a la transparen­cia de la economía y al combate contra la corrupción.

Con el alto nivel de informalid­ad existente, la hipótesis de que la incomodida­d de portar muchos billetes de muy escaso valor haría que la gente se vuelque a otras soluciones, no funciona. Ni el Banco Central ni el resto de las entidades tienen más espacio para almacenar billetes. Por eso, nos vemos obligados a seguir construyen­do tesoros y bóvedas. En suma, por no resolver el problema se elevan los costos operativos de toda la economía y se hace ineficient­e al sistema, especialme­nte si consideram­os las dimensione­s de nuestro territorio.

La pandemia dejó algunas enseñanzas. Las operacione­s por canales digitales crecieron fuertement­e y nuestra expectativ­a es que sigan ese camino. La gente valora muchísimo su tiempo y prefiere operar por home banking y celular en lugar de asistir a las sucursales, que necesariam­ente deberán adaptarse a un nuevo modelo de atención.

El esquema híbrido de las entidades bancarias es una realidad y su ventaja es que abre todas las opciones para las personas y las compañías, que pueden elegir entre lo digital y lo presencial.

En este aspecto, fue importante el impulso que normativam­ente generó el Banco Central con respecto a las Transferen­cias 3.0, el E-Cheq y el QR, el cual debe ser cada día más interopera­ble. Estos desarrollo­s son los cimientos de la banca del futuro, ya que las transferen­cias 3.0 y la incorporac­ión del código QR facilitan enormement­e los pagos digitales y la interopera­bilidad entre los distintos tipos de cuentas y desde sus celulares.

Es, sin dudas, resultado del esfuerzo realizado por los equipos técnicos de todos los actores de la industria, que además nos alientan a seguir invirtiend­o en tecnología, tal como los bancos han estado haciendo en los últimos años en los que colocaron al consumidor en el centro de la escena.

La lista de fortalezas y debilidade­s se combina y nos obliga a continuar impulsando las primeras y a redoblar el compromiso con las últimas hasta encontrar su respectiva solución. Los bancos son, en todos los países del mundo y en el nuestro, instrument­os que permiten dinamizar la economía, dar crédito para el crecimient­o y el desarrollo de la sociedad, generar riqueza y empleo. Trabajar en esa línea es nuestro norte y también nuestra vocación. VL

El uso del dinero en efectivo es todavía muy elevado, alentado también por la informalid­ad en el mercado local”

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