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Pensar en puentes, no en atajos

- Por Hernán de Goñi Director Periodísti­co hdegoñi@cronista.com

El inicio de un nuevo ciclo político está acompañado de una necesaria renovación de expectativ­as. Esta recarga es una parte natural del proceso electoral, ya que las urnas están diseñadas para convertirs­e en receptoras de confianza. Lo que no debe habilitar una elección es la sensación de que un país se puede resetear. Las apuestas al futuro de ninguna manera borran el pasado. Por el contrario, tener un diagnóstic­o de los desvíos ocurridos y aceptar mecanismos para corregirlo­s es un paso imprescind­ible y saludable para cualquier democracia. El tránsito que espera a la Argentina es complejo por donde se lo mire. Las enfermedad­es crónicas de su economía fueron desestabil­izadas por el impacto de una sequía histórica. La escasez de divisas, un drama recurrente para un país que no logra entender que siempre está a tiro del clima (como le pasó en 2012 y 2018) o de shocks externos (como la crisis subprime del 2008 o el ciclo de suba de tasas de 2018 y 2022), se potenció de la peor manera. Y por esa razón, a falta de políticas prudentes que ayuden a moderar el impacto de estos contextos adversos, la alternativ­a que siempre queda en pie es el intervenci­onismo extremo.

El desafío inicial del nuevo ciclo está concentrad­o en desarmar el laberinto de cañerías creado para que los dos componente­s más inestables del sistema se toquen lo menos posible. La pandemia, por un lado, dio lugar a una hiperemisi­ón de pesos equivalent­e a 8 puntos del PBI. La sequía, por su parte, “evaporó” u$s 20.000 millones. La estrategia para el primer problema fue armar un lago artificial de pesos, en donde la carnada fuera la tasa de interés que financiaba el Banco Central a través de las Leliq. Pero contener ese enorme dique se hizo casi imposible. Del otro lado, la sequía de dólares creó una presión inevitable sobre la cotización de los cambios financiero­s (los únicos disponible­s) que se transformó en proyeccion­es crecientes de inflación. Las innumerabl­es llaves de paso instaladas en el circuito debilitaro­n a buena parte del aparato productivo, que hoy necesita una transfusió­n urgente de divisas.

Las empresas, como lo exponen los calificado­s testimonio­s que recoge esta edición de La visión de los líderes, esperan que la dirigencia argentina pueda construir un puente que los reinstale en el sendero del crecimient­o. Nadie pide magia. Pero esperan que el esfuerzo, hoy un paso ineludible, no recaiga siempre sobre los mismos hombros de siempre.

En 2024, el agro recuperará su rol de generador de divisas. Junto con otros sectores, como la energía, la minería y la economía del conocimien­to, podrían aportar en conjunto cerca de u$s 40.000 millones y revertir la escasez de este año. Pero las cuentas acumuladas que hay que bajar también son altas. El sector público necesita divisas para cancelar obligacion­es financiera­s (sin contar al FMI, hasta abril son u$s 5000 millones), y el BCRA tiene que poner sus reservas nuevamente en un nivel aceptable (hoy son negativas en cerca de u$s 10.000 millones). Como si fuese poco, hay que darle una salida a los compromiso­s de pago que tienen muchas empresas importador­as con sus casas matrices, una deuda de u$s 20.000 millones acumulada entre enero de 2022 y septiembre de 2023.

Queda a la vista que más allá de un flujo prometedor de divisas, que en realidad expresa ingresos que van a darse a lo largo de todo un año, las necesidade­s de corto plazo son mayores. Y es por eso que más allá de contar con las habilidade­s técnicas para ordenar y priorizar este exigente calendario, será necesario que la próxima administra­ción tenga capacidad de consensuar políticas y consolidar esfuerzos. Los riesgos están diseminado­s en todos los frentes, no solo el financiero. Hará falta crear un nuevo régimen cambiario y darle credibilid­ad con un ancla fiscal que sirva para mantener abierto el financiami­ento. Dicho en otras palabras, habrá que activar un conjunto de reformas que puedan ser respaldada­s por el Congreso cuanto antes. No con la ilusión de que los problemas se pueden borrar, sino con la esperanza de evitar los atajos y tomar un camino en el que la mayoría esté de acuerdo. VL

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