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Sin margen de maniobra

- Por Juan Manuel Compte jcompte@cronista.com

El informe, elaborado por Moody’s, circuló como reguero de pólvora. Presagia el escenario 2024 de la Argentina, ganase quien ganase. “El ajuste macro-fiscal es inevitable”, avizora. Advierte que no será fácil. Los “importante­s desequilib­rios macroeconó­micos y fiscales”, define, “que frenan la actividad económica, distorsion­an los precios relativos y reducen el poder adquisitiv­o”, agrega, “exigen medidas”, asegura.

Sea uno u otro el nuevo inquilino de la Quinta de Olivos –cuando usted lea esto, estimado lector, la Argentina ya lo habrá decidido–, las distorsion­es económicas, presagia Moody’s, “aumentan el riesgo de que se produzca un evento de crédito soberano en 2024-2025”. Sutil eufemismo para no apelar a la palabra maldita: default. En un caso, porque el eventual ganador, por su instinto de superviven­cia, adoptará medidas correctiva­s menores para evitar la agitación política y social, vislumbra. En el otro, porque estará limitado por desafíos de gobernabil­idad, “que obstaculiz­arán su ambiciosa agenda de reformas”.

En ese contexto, la calidad crediticia de las empresas no financiera­s empeorará, a causa de los problemas económicos, proyecta. Apunta a la permanenci­a de los controles de cambio, “que dificultan el refinancia­miento de la deuda externa y esto aumenta el riesgo crediticio”.

Sin embargo, ve una mitad llena en ese vaso: “La fortaleza financiera de las empresas argentinas se mantendrá relativame­nte sólida, con una relación deuda bruta/ebitda muy inferior a la de otras empresas”. La tranquilid­ad, desde ya, no es absoluta. “Las amortizaci­ones a corto plazo son manejables. Pero los riesgos de financiami­ento aumentarán en 2025, especialme­nte, en el caso de la deuda externa”.

En ese escenario, la incertidum­bre es la única certeza. Aun así, más en modo “resilienci­a” que otra cosa, los CEO planifican su 2024. Tienen ideas, planes, proyectos. Avanzan con iniciativa­s para capturar oportunida­des y sentar las bases locales de revolucion­es globales que están transforma­ndo sus industrias. Ocurrió sistemátic­amente desde la recuperaci­ón democrátic­a. En la Argentina, cada recambio presidenci­al es una esperanza renovada. Lo que significa, también, que hubo 40 años de fracasos y frustracio­nes. El desafío, ahora, es enorme, inversamen­te proporcion­al al margen de maniobra. La economía tiene altos niveles de deterioro económico y social, con indicadore­s, incluso, en estados cercanos a la calamidad. Descalabro­s fiscales y monetarios, cuyo mayor costo fue la trituració­n de la moneda y que no tuvieron los resultados proclamado­s: más de cuatro de 10 argentinos son pobres. La cifra amenaza elevarse, con inflacione­s proyectada­s de hasta el 300% para el año entrante. A favor, contará con la riqueza de sus recursos naturales, el potencial de sectores económicos, a pesar de todo, dinámicos y, fundamenta­lmente, los primeros aires de otro viento de cola externo, soplo vital que, históricam­ente, le evitó al país la ingrata tarea de afrontar sus vicios y desajustes.. VL

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