Una película de ciencia ficción
Hablar del escenario político que nos deparará nuestro país en el 2024 es casi como hablar de ciencia ficción. El largo plazo en Argentina nos lleva siempre al mes siguiente o en el mejor de los casos, a la próxima elección de medio término. Quizá este sea uno de nuestros grandes problemas.
El camino que tenemos que transitar está plagado de interrogantes. Uno de ellos, y que atraviesa al resto, tiene que ver con qué tipo de liderazgo va a poder afianzar el nuevo presidente en un país dividido con heridas abiertas cada vez más profundas. ¿Será capaz de contener, no sólo a quiénes lo han elegido, sino al conjunto de los argentinos? ¿Podrá romper con este círculo vicioso que genera la polarización frente a cada contienda electoral? Lo que parece ser funcional electoralmente para los dirigentes es lo que termina separando cada vez más a la sociedad y que a su vez termina complicando la gobernabilidad.
Su estilo de liderazgo además influirá en la capacidad de generar expectativa y confianza. Es algo que cuesta mucho trabajo ganar y se pierde con demasiada facilidad. Ya los famosos primeros cien días de gestión tampoco son cien; el gobierno deberá dar algunas respuestas a la sociedad en el corto plazo para que ésta le renueve la confianza necesaria para ir adquiriendo más tiempo. Cuando la gente confía te da tiempo, sino confía quiere ver soluciones rápidamente, y esto probablemente no sucederá.
Evidentemente el nuevo presidente necesitará reforzar su liderazgo para tomar por las astas los temas urgentes como la inflación o el frente cambiario. De todas formas, las dificultades en materia económica son muy profundas y aun no se conoce la existencia de un plan integral que funcione como hoja de ruta y brinde previsibilidad al futuro. ¿Podrá el presidente tomar medidas sin que sean vistas como una reacción improvisada para evitar peores consecuencias?
Otro interrogante será ver cómo reaccionará la oposición, quién o quiénes asumirán ese liderazgo, cómo quedará conformada luego de las esquirlas de una batalla perdida, cuál será la actitud que asuma la oposición en un Congreso donde deberán tratarse transformaciones importantes que seguramente afectarán muchos intereses.
La falta de confianza y el déficit de credibilidad de la sociedad en la dirigencia en general, en la justicia, en los sindicatos, en los medios de comunicación y prácticamente en todas nuestras instituciones muestra que el trabajo que hay que hacer en la Argentina es mancomunado y depende de todos nosotros y de cómo seamos capaces de recuperar instituciones vigorosas y confiables. Sin ellas, el camino para la reconstrucción va a resultar arduo y complejo porque no existen los líderes salvadores. Ojalá reflexionemos y estemos a la altura de las circunstancias en el rol que a cada uno nos toque. Elijo creer.